La Luna de Miel - Capítulo 209
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 209:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
¿Dónde habían quedado su resistencia y su determinación?
No conseguía entenderlo.
Entonces se conectó a Internet, abrió el navegador y visitó el sitio web de preguntas y respuestas más conocido, donde la gente hace preguntas y otros dan respuestas.
Era la primera vez que Candice visitaba un foro de este tipo y se sentía un poco fuera de lugar.
Creó un perfil ocultando su dirección IP.
Luego comenzó a escribir su pregunta:
«Me obligaron a tener relaciones sexuales con un chico».
Escribió una frase, hizo una pausa y continuó: «Después de eso, me besó varias veces más. Aunque al principio me resistí, últimamente ya no quiero resistirme. Por alguna razón, no puedo entender por qué».
Después, Candice pulsó el botón de enviar.
Como era público, se sintió muy mal por publicar una pregunta tan personal. Era abogada, normalmente era ella quien respondía a las preguntas, y rara vez pedía consejo a otros cuando se enfrentaba a problemas similares.
Con ese pensamiento, estaba a punto de borrar la publicación.
Pero antes de poder hacerlo, recibió una respuesta:
«Debes de estar enamorada de él».
Candice se quedó desconcertada y miró fijamente la pantalla.
Luego sonrió con desdén. ¿Cómo era posible? Enamorarse de Milton era improbable. ¡Era él quien la había obligado a ella, todo este tiempo!
Candice puso los ojos en blanco y respondió: «Eso es imposible. No tengo el síndrome de Estocolmo. Si un chico tiene que obligarme a hacer algo, no conseguirá mi afecto».
Visita ahora ɴσνє𝓁α𝓼4ƒα𝓷.𝓬𝓸𝓂 antes que nadie
Solo unos minutos después, la sección de comentarios se llenó de opiniones.
«¿Te parece guapo?».
«¿El chico que te obligó te gusta?».
Candice refunfuñó ante los comentarios y respondió uno por uno.
«No está tan mal. De todos modos, ¡podría ser la persona más atractiva del mundo!».
«No tengo ni idea de si le gusto. En mi opinión, no».
¿Le estaban ayudando realmente esas respuestas?
Siguieron varios comentarios más.
La primera persona en responder de nuevo poco después dijo:
«No tiene nada que ver con el síndrome de Estocolmo. Se nota que sientes algo por él. Piénsalo. Si fuera un viejo asqueroso, ¿te resistirías?».
A esto le siguió una serie de respuestas:
«Vamos, hermana. Físicamente, lo has aceptado, ¿no?».
«Así es como eres. Te has acostumbrado a su presencia y a su comportamiento autoritario hacia ti. Por eso estás dando tu consentimiento».
.
.
.