La Luna de Miel - Capítulo 199
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Capítulo 199:
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En su sueño, incluso volvió a su infancia. La primavera era preciosa y pasó unos días maravillosos con sus padres. Toda la familia viajó a la playa en una furgoneta recreativa para acampar. Allí disfrutó de la arena suave, la brisa marina y el relajante sonido de las olas rompiendo.
Su padre se encargaba de la barbacoa mientras su madre construía con ella un castillo de arena con mucho cuidado.
Esperaba que aquel hermoso sueño durara para siempre.
De repente, Candice abrió los ojos de par en par. Un recuerdo nítido de la noche anterior invadió su mente.
Al instante, se incorporó y la manta que la cubría se deslizó.
Confundida, se miró las manos. ¿Cuándo la habían desatado? Ahora estaba tumbada en la cama, solo cubierta parcialmente por una manta.
No era de extrañar que hubiera dormido bien.
Bajó la mirada hacia su ropa, que estaba cuidadosamente colocada sobre su cuerpo.
Aparentemente, no había pasado nada la noche anterior. Él no la había tocado.
¿Dónde estaba Milton? Cuando Candice se levantó, no lo vio por ninguna parte.
No estaba cerca del sofá ni de la habitación.
Candice recordó que la noche anterior se había abierto la herida y había sangrado mucho.
¿Estaba herido o le había pasado algo terrible?
Candice se levantó de la cama y miró a su alrededor mientras pensaba en ello.
No parecía haber nada fuera de lugar en la habitación.
No había sangre en el sofá. Algo no cuadraba. Recordaba haber visto sangre en el sofá y en el suelo la noche anterior. Las vendas y los suministros médicos estaban guardados, e incluso la papelera estaba impecable.
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Candice estaba atónita. ¿Milton había ordenado la habitación en mitad de la noche?
El alcance de su misofobia la desconcertaba.
Candice abrió la puerta apresuradamente.
Bajó las escaleras y vio a Milton mirando su teléfono mientras desayunaba en la mesa.
Miró el reloj y vio que solo eran las siete de la mañana. ¿No había dormido nada la noche anterior o se había levantado temprano?
Al acercarse, vio que Milton ya se había duchado, pero todavía tenía el pelo mojado. El corte en el brazo quedaba oculto bajo la manga de su holgada ropa blanca. Aunque estaba un poco pálido, su atractivo rostro parecía estar bien.
Candice siguió mirándolo de reojo.
Evidentemente, había sido capaz de resistir los efectos afrodisíacos del spray de la noche anterior. Tenía los ojos claros y respiraba con normalidad. No era como la noche anterior.
La comida de esa mañana estaba bien preparada.
Había siete u ocho platos, entre ellos caviar de primera calidad con vieiras de Islandia, puré cremoso de verduras y brotes de bambú frescos, marisco con trufa, pan, sopa de queso y mucho más. Candice no habría tenido ni idea de qué era la comida si no fuera por Bettina.
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