La Luna de Miel - Capítulo 197
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 197:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Sin embargo, estaba casi paralizada por el miedo. No tenía ningún deseo de soportar de nuevo un trato tan irrespetuoso.
Toda su vida se había descarrilado por lo que había sucedido esa noche.
Milton la miró con intensidad lujuriosa.
Su mirada penetrante la asustaba.
Por eso, Candice cerró los ojos, negándose a mirarlo.
Después de luchar durante un rato, finalmente se rindió.
Si quería acostarse con ella, era libre de hacerlo.
Probablemente podría aguantar hasta la mañana siguiente. Tendría que aceptarlo como otra herida más y seguir adelante. No la mataría.
Así que Candice esperó con los ojos cerrados, esperando que él la penetrara.
Sin embargo, no pasó nada.
A pesar de su intenso deseo, Milton se contuvo con sus menguantes fuerzas mentales.
Se levantó y volvió a sentarse en el sofá. Tenía que evitarla a toda costa.
En ese momento la deseaba desesperadamente, pero sabía que ese sentimiento pasaría. El estrés de la tortura parecía que iba a romper su cuerpo por completo.
Aun así, hizo todo lo posible por controlarse, decidido a no tomarla por la fuerza. Ya había cometido un error, pero era uno que no podía permitirse repetir. Lo que realmente quería era que ella lo aceptara por su propia voluntad.
Apoyado en el sofá, Milton seguía jadeando.
Los acontecimientos se repetían en su mente. ¿Por qué había tardado tanto en hacer efecto el spray después de rociarla?
Parecía imposible que no hubiera funcionado hasta ahora.
Visita ahora ɴσνєʟα𝓼4ƒ𝒶𝓷.c🍩𝗺 con sorpresas diarias
Solo quedaba una posibilidad: estaba herido y sangrando. El dolor se había intensificado mientras la llevaba de vuelta a su casa.
El efecto del spray se había retrasado por el dolor.
Después de que ella le curara la herida, el dolor remitió y el fármaco empezó a hacer efecto.
Milton comprendió inmediatamente el motivo de todo aquello.
Se quitó la gasa del brazo y abrió la herida. Bajó el brazo y la sangre, de un rojo brillante, goteó sobre el sofá y el suelo. Tenía un aspecto siniestro.
El dolor agudo lo devolvió a la realidad.
Por fin se sintió capaz de liberar la abrumadora necesidad que se había acumulado en todo su cuerpo.
Su respiración se calmó un poco.
Temía que, si dejaba marchar a Candice, ella recaería.
Estaba decidido a evitarlo. La convenció de que se quedara con él porque confiaba en sí mismo para controlar sus deseos. Se sentía más seguro con ella bajo su cuidado.
Milton necesitaba permanecer sobrio.
Así que empeoró deliberadamente la herida.
.
.
.