La Luna de Miel - Capítulo 176
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Capítulo 176:
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Candice llegó a la hora acordada.
Buscó la información que necesitaba, tomando fotos con su teléfono cuando era necesario.
No fue hasta medianoche cuando finalmente terminó.
Al salir del centro de archivos, Candice tomó el último metro hacia su apartamento en el centro de la ciudad.
Salió de la estación de metro y echó un vistazo a los alrededores. Solo había unas pocas personas merodeando por allí.
No había farolas en el camino desde la estación de metro hasta su apartamento.
El cielo nocturno estaba oscuro, sin estrellas ni luna, y la calle larga y tranquila estaba vacía.
El viento frío que soplaba por el callejón la hizo temblar de miedo.
Mientras caminaba, Candice se ajustó el cuello.
De repente, una fuerte luz detrás de ella iluminó el camino. Al principio, pensó que eran los faros de un coche que pasaba.
Pero al continuar, se dio cuenta de que la luz brillante la seguía.
No importaba adónde fuera, la luz la seguía.
Se quedó con ella hasta que salió del callejón oscuro.
Candice no se dio la vuelta hasta llegar al cruce.
Al mirar atrás, vio que un coche salía del callejón, cegándola con los faros y ocultando al conductor y la matrícula.
Al poco, las luces se apagaron y el coche se detuvo delante de ella.
Solo entonces Candice reconoció la elegante silueta del Bentley de Milton. La había estado siguiendo, iluminándole el camino.
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Candice se quedó estupefacta.
Ya era más de medianoche. ¿Por qué estaba Milton allí a esas horas?
Sin demora, Milton apagó el motor, salió del coche y se acercó a ella.
—¿Por qué no has respondido a mi mensaje? —le preguntó.
Fue entonces cuando Candice recordó el mensaje que había recibido a las seis de la tarde. Lo había ignorado y ahora habían pasado seis horas.
¿Llevaba todo ese tiempo esperándola?
Conociendo la costumbre de Candice de coger el metro para volver a casa, Milton debía de haber estado esperando cerca de la estación. Era una idea absurda.
Si ese era el caso, debía de haberse aburrido mucho.
—No miro el móvil —soltó Candice, dando la primera excusa que se le ocurrió.
Milton no insistió en el tema. En lugar de eso, le preguntó: —¿Qué hacías fuera tan tarde?
«Tenía trabajo que terminar», respondió Candice, mirando sus zapatos. «Por cierto, ¿cuánto te debo por estos zapatos? Te lo devolveré».
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