La Luna de Miel - Capítulo 153
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 153:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
En ese momento, Candice comenzó a entrar en pánico incontrolablemente.
Se arrepintió de haber subido al coche. Había cometido un error y no sabía a qué conduciría el comportamiento errático de este hombre.
Luchó, abrumada por el miedo.
«Por favor, no hagas ningún movimiento a menos que quieras que pierda el control. Si no, no puedo prometerte nada», suplicó. Estaba totalmente a merced de Milton. Él hizo todo lo posible por controlarse mientras la presionaba contra él.
Candice se mordió el labio inferior y murmuró: «Cálmate».
«Ya estoy tan tranquilo como puedo», respondió Milton, sujetándola con más fuerza.
Ella lo había rechazado rotundamente dos veces en presencia de Greyson. Se podía decir que había pisoteado su dignidad sin pensar en nada.
Sin embargo, a medida que su ira se calmaba, no le dio más vueltas. Su único objetivo ahora era encontrarla.
Nadie le había hecho comprometer su estatus de esa manera antes.
—¿Qué tal si seguimos esta conversación fuera? —sugirió Candice.
No era prudente permanecer en una posición tan arriesgada por más tiempo.
—Podemos hablar aquí mismo —dijo Milton, mirándola.
Candice se quedó sin palabras.
No podían tener una conversación razonable así.
La tensión aumentaba en el coche.
Candice estaba prácticamente tumbada en el asiento de cuero, con la espalda apoyada en el respaldo. Parte de su largo cabello descansaba sobre ella y otra parte estaba en el suelo. ¡Nunca había estado tan atractiva!
Sentía que el pecho le iba a estallar y le costaba respirar. La nuez de Milton subía y bajaba, y él casi no podía respirar. Así que se llevó la mano al cuello y se desató la corbata.
Actualizaciones exclusivas: ɴσνєʟα𝓼4ƒαɴ.cоm
Candice se estremeció ante ese gesto.
Su primera reacción fue intentar escapar.
—¡Te he dicho que no te muevas! —dijo Milton con tono serio. ¿Qué parte de lo que había dicho no le había quedado clara?
Solo Dios conocía la naturaleza de su sufrimiento. No tenía intención de contenerse.
En ese momento, alguien pasó junto al coche.
«¡Madre mía! Mira qué coche tan lujoso. He oído que a los ricos les gusta tener sexo en sus coches después de conducir hasta el lago, ¡y es verdad!».
«Baja la voz, por favor. Pueden oírnos dentro. ¡Vámonos! Debemos evitar molestar a los ricos a toda costa».
Las voces se desvanecieron.
Las mejillas de Candice se sonrojaron de repente. Se sintió avergonzada.
En realidad, no estaban teniendo sexo en el coche.
.
.
.