La inocencia robada - Capítulo 198 (FIN)
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Capítulo 198: (FIN)
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La noche había extendido su velo sobre la ciudad y el silencio reinaba en todas partes, excepto en una habitación llena de suaves risas y cálidos susurros. En el centro de la habitación, Max estaba cómodamente sentado en un sofá, con la espalda apoyada en él mientras sostenía a su pequeña hija, Maya, en brazos. Maya sonreía tímidamente y con curiosidad, con la mirada fija en los brillantes ojos de su padre con un amor incondicional e infantil. Él la mecía suavemente de un lado a otro y, con cada movimiento, ella reía inocentemente. Su cabello dorado brillaba, bailando con los movimientos de su pequeña cabeza, mientras sus diminutos dedos intentaban agarrarse al espeso cabello de su padre.
En la esquina de la habitación, Amelia estaba de pie apoyada en el marco de la puerta, observando la escena con una suave sonrisa en los labios, una sonrisa que mezclaba amor y gratitud. Amelia llevaba un vestido sencillo pero hermoso que reflejaba la suave luz de las pequeñas lámparas colgantes, haciéndola parecer parte de otro mundo, uno lleno de paz y calidez. Sus ojos, llenos de sabiduría y experiencia, observaban a Max y Maya con una ternura indescriptible.
Max le habló a Maya con voz baja y profunda mientras jugaba con ella.
«Sabes, pequeña mía, cuando te veo, siento que todo merece la pena. Cada dificultad, cada dolor, cada momento de miedo y enfado… todo se desvanece cuando te miro». Se rió suavemente mientras le acariciaba la pequeña mejilla.
«Nos has hecho ver el mundo con otros ojos, ¿verdad?».
Mientras Maya reía, mostrando su deleite ante los movimientos de su padre, Max alzó la mirada hacia Amelia, que seguía de pie, observándolos. Sus profundos ojos se encontraron con los de ella, y por un breve momento, no hubo nada entre ellos más que silencio, un silencio lleno de los significados y emociones que se habían acumulado a lo largo de los años. Los conflictos, el odio, la ira… todas esas cosas estaban ahí en el fondo de sus recuerdos, pero se habían desvanecido con el tiempo, como el polvo que se disipa en el viento.
Max habló en un tono tranquilo pero serio: «Amelia, a pesar de todo… a pesar del dolor, a pesar de todos los enemigos que intentaron separarnos… a pesar del odio y la ira que una vez nos quemaron por dentro… nos hemos convertido en una familia. Una familia real y hermosa».
Amelia escuchó esas palabras, y se le metieron en el corazón. Poco a poco, Max se acercó a ella, levantando suavemente a Maya de su regazo y colocándola en los brazos de Amelia. Ella acunó a su hija con ternura, sosteniéndola como para protegerla del mundo. El calor de Maya llenó su corazón y, por primera vez en mucho tiempo, sintió que había una verdadera paz que vivir.
Entonces, de repente y sin ningún preámbulo, Max se arrodilló frente a ella. El gesto fue inesperado, incluso para la propia Amelia. Ella lo miró sorprendida mientras él levantaba la cabeza hacia ella, con los ojos llenos de determinación y resolución. Del bolsillo de su chaqueta sacó una pequeña caja de terciopelo. La abrió lentamente, revelando un anillo impresionante, una obra de arte en sí misma. Estaba hecho de oro reluciente, con una gema azul brillante en el centro, como si un trozo de cielo hubiera sido capturado dentro de un marco dorado de precisión y belleza.
Max sonrió suavemente y dijo en voz baja, como si compartiera un secreto con Amelia: «Esta noche… será muy especial. No solo porque estemos juntos, sino porque quiero hacerte una nueva promesa». Le acercó el anillo y le susurró al oído: «Quiero empezar de nuevo. Olvidar todo lo que ha pasado y construir una nueva vida. Una vida no basada en el odio o la venganza, sino en el amor y el respeto».
Las palabras de Max eran algo más que una disculpa o una promesa. Eran la expresión de una profunda transformación que había tenido lugar en su interior. Un cambio del hombre duro que gobernaba a través de la violencia y la venganza a alguien que había llegado a darse cuenta del valor de la familia y el amor. Sabía que el pasado no se podía cambiar y que los errores que había cometido no desaparecerían. Pero estaba dispuesto a enfrentarse a todo, a construir algo mejor por el bien de Maya y Amelia.
Amelia miró el anillo y luego a Max. En sus ojos, vio una sinceridad que nunca antes había visto. Sintió que las lágrimas brotaban en sus ojos, no de tristeza, sino de gratitud por este cambio inesperado. Puso su mano sobre la de él, la que sostenía el anillo, y dijo en un tono tranquilo pero fuerte: «Max… No me importan el anillo ni las palabras. Lo que me importa es que ahora estás aquí y que estamos juntos. Eso es todo lo que necesito».
Max sonrió, una sonrisa que era poco común en su rostro fuerte y endurecido. Sabía que las palabras por sí solas no serían suficientes y que el camino que tenían por delante no sería fácil. Pero ese momento, compartido con Amelia y Maya, le hizo sentir que todo era posible.
Poco a poco, se puso de pie y levantó a Amelia en sus brazos, como si tratara de compartir toda la fuerza que tenía dentro de sí. Le susurró al oído una vez más: «Haré todo lo que esté en mi poder para hacer esto realidad, para hacer de nuestras vidas lo que realmente mereces». Amelia sintió su aliento cerca de ella, sacando fuerzas de él. Miró a Max, el hombre que una vez había sido su mayor enemigo, ahora su compañero en la construcción de un nuevo futuro. No sabía lo que les deparaba el futuro, pero estaba dispuesta a afrontarlo, sabiendo que Max estaría a su lado.
Maya, todavía en brazos de su madre, extendió sus pequeñas manos hacia sus padres, como si ella también quisiera compartir el momento. Su risa inocente una vez…
De nuevo, la risa llenó la habitación, pero esta vez, el sonido tenía un significado más profundo. Era un sonido que significaba un nuevo comienzo, una nueva vida llena de amor y esperanza.
Mientras se abrazaban, Amelia sintió que este momento no era solo el final de un capítulo lleno de dolor y conflicto, sino el verdadero comienzo de algo más grande y hermoso.
La noche había arrojado su velo sobre la ciudad, con estrellas brillando en el cielo como si participaran en una celebración especial, mientras la luna se sentaba majestuosamente en su trono. El ambiente era perfecto para una cena romántica, y Michael había elegido un lugar encantador al borde de una colina con vistas a la ciudad. Una lujosa mesa estaba puesta con un mantel blanco inmaculado, adornada con exquisitos platos, botellas de buen whisky y velas parpadeantes que bañaban la escena en un cálido resplandor, dando al momento una calidad onírica.
La suave brisa transportaba el aroma de las rosas de un jardín cercano, impregnando el aire de una fragancia romántica. Bajo la luz plateada de la luna, Michael estaba ocupado colocando los platos en la mesa, con los ojos brillantes de emoción. Llevaba un elegante traje negro que complementaba su fuerte complexión, haciéndole parecer como si hubiera salido de un cuento de hadas. Su cabello oscuro estaba perfectamente peinado, y sus rasgos seguros reflejaban su disposición para esta noche especial.
Cuando Alexa llegó, el momento fue sencillamente perfecto. Él le había regalado un vestido impresionante, diseñado específicamente para resaltar su belleza y feminidad. El vestido azul oscuro fluía con gracia sobre su figura, haciéndola parecer una ninfa de una antigua leyenda. Sus ojos, brillantes bajo la luz de la luna, tenían un encanto único, mientras su cabello dorado se mecía suavemente con la brisa nocturna.
«Michael, ¿todo esto… es por mí?», preguntó Alexa en voz baja, con una voz que transmitía sorpresa y alegría. Su rostro se iluminó con una sonrisa, sus ojos se llenaron de admiración por lo que veía.
«Por supuesto, Alexa. He esperado este momento durante tanto tiempo, y quería verte con la luz más hermosa posible», respondió Michael con sinceridad, señalando la mesa como si le estuviera presentando una obra maestra.
Alexa se sentó frente a él y Michael comenzó a servir whisky en sus copas, con movimientos pausados y meditados. Su corazón se aceleró al percibir la forma en que él la miraba, como si ella fuera la única estrella en el cielo de su vida.
«¿Qué te parece la comida?», preguntó Michael con una sonrisa confiada.
«¡Parezco alguien que necesita buena comida después de toda esta belleza a mi alrededor!», respondió Alexa con una suave risa, haciendo que su corazón bailara de alegría. Cada palabra que pronunciaba sonaba como música en sus oídos.
Dio un bocado a la comida, cerrando los ojos de placer antes de decir: «Esto está realmente delicioso, pero no tanto como la compañía que estoy disfrutando». Le sonrió dulcemente, una sonrisa que podría derretir el corazón de cualquiera de felicidad.
«Por fin me he convertido en tu príncipe, y tú eres mi sueño», dijo Michael, acercándose a ella, con los ojos brillando con una luz especial. Continuó: «Después de todo lo que hemos pasado, aquí estamos juntos de nuevo. No puedo decirte cuánto te he echado de menos».
Alexa casi derramó lágrimas de alegría. Mientras lo miraba, sintió como si viera toda la belleza que sus vidas habían tenido, el dolor que habían soportado y cómo esos desafíos los habían convertido en personas más fuertes. La felicidad brotó de su corazón, aunque trató de mantener la compostura.
«Michael, el viaje ha sido largo y duro, pero ahora estoy aquí, y eso es lo que importa», respondió suavemente, expresando sus sentimientos con claridad.
Michael levantó la mano y sostuvo suavemente la de ella, como si tratara de enviarle un mensaje de amor y seguridad. Luego dijo: «Bailemos; es hora de celebrar este momento». Se levantó de su asiento, extendiendo su mano hacia ella. Ella tomó su mano y se puso a su lado.
Mientras empezaban a bailar bajo la luz de la luna, todo parecía un sueño. Alexa se movía con gracia en sus brazos, el aroma de su lujosa colonia llenaba sus sentidos y aceleraba su corazón. Él la hacía girar suavemente, y el tiempo parecía detenerse mientras ella se concentraba únicamente en sus ojos, que contenían todas las promesas de amor y esperanza.
«Estás impresionante, Alexa», le susurró Michael al oído mientras bailaba suavemente con ella, y una oleada de seguridad y comodidad inundó su corazón. Le encantaba la forma en que la abrazaba, como si la protegiera de todo.
«Y tú realmente pareces un príncipe. No puedo creer que estemos aquí juntos», suspiró, con una mezcla de felicidad y nostalgia en su voz.
Michael se apartó ligeramente para mirarla directamente a los ojos. El momento estaba lleno de emociones, y sus expresiones reflejaban la profundidad de su amor y gratitud por todo lo que habían superado.
«Hemos logrado mucho juntos, y sé que el camino no fue fácil, pero ahora estamos aquí, juntos. No dejaremos que nada nos separe de nuevo».
«Te prometo que siempre estaré aquí. No te dejaré», dijo Alexa, con voz llena de sinceridad y lealtad.
Su baile continuó, como si estuvieran flotando muy por encima del suelo, lejos de todos los problemas. Sus manos se entrelazaron como si se estuvieran escondiendo en un mundo privado que nadie más conocía. Cada momento que pasaba traía recuerdos de felicidad y nostalgia, y cada vez que sus ojos se encontraban, la llama entre ellos ardía con más fuerza.
Cuando terminó el baile, Michael dio un paso atrás, pero sus ojos nunca dejaron de mirar a los de ella. Susurró: «Siempre has sido mi sueño, y no dejaré que nadie te aleje de mí».
«Y tú siempre has sido mi príncipe, y aquí estamos, escribiendo un nuevo comienzo juntos», respondió Alexa, con los ojos llenos de pasión y esperanza.
Sorprendida por la ternura del momento, colocó sus manos suavemente sobre las mejillas de Michael, como si tratara de invocar todo el amor que albergaba.
«Dejemos todo atrás y reconstruyamos nuestras vidas juntos».
Michael asintió, sonriendo satisfecho. Las luces parpadearon a su alrededor, y ese momento marcó un nuevo comienzo, lleno de esperanza y amor.
Mientras la luna iluminaba el cielo sobre ellos, Michael sintió que todo lo que habían pasado los había preparado para este momento, el momento del amor verdadero, donde todo era posible y todos los sueños podían hacerse realidad.
Este fue un final feliz para la familia Holden y la separación de Maya y Alexa. El tormento de Amelia y la alegría de todos.
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Nota de Tac-K: Lindo inicio de semana para todas ustedes lindas personitas. Dios les ama y Tac-K les quiere mucho. (ɔO‿=)ɔ ♥
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