La inocencia robada - Capítulo 191
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Capítulo 191:
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Quería ignorar el sentimiento, pero ese aroma la arrastró a un torbellino de recuerdos. Continuó caminando, pero sus pasos se congelaron cuando lo encontró de pie frente a ella. Era Michael, pero no era el mismo que recordaba. Había cambiado significativamente. Ahora era más poderoso, sus rasgos se parecían a los de su hermano Max, con contornos más afilados en el rostro. Parecía como si hubiera llevado una pesada carga, pero había una sabiduría enigmática en sus ojos, esos ojos que brillaban con ira y odio.
—¡Eliksa! —gritó Michael, con una voz atronadora que rompía todos los límites. Eliksa se encontró mirando su rostro familiar, que mostraba una intensa ira, convertida en un ceño fruncido.
—No esperaba verte aquí —dijo Eliksa, intentando parecer tranquila, pero su tono era tenso, como si estuviera hablando con un animal salvaje.
—¿No tienes nada mejor que hacer que fingir que trabajas? —añadió Michael con sarcasmo, una sonrisa burlona se extendió por su rostro—.
¿O estás aquí para encargarte de mi caso por motivos personales?
Una fuerte oleada de ira se apoderó del corazón de Eliksa. ¿Qué le hacía pensar que estaba aquí por motivos personales? Intentó controlar sus emociones, pero sabía que tenía la intención de insultarla.
—No hay nada entre nosotros, Michael. Estoy aquí para hacer mi trabajo —dijo en voz baja, aunque la ira hervía bajo la superficie.
—¿Mi trabajo? —exclamó Michael, sin dejar de lanzarle miradas sospechosas.
«¿Crees que puedes arrestarme sin sentir nada por mí? Me explotaste; explotaste el amor y las emociones que tenía, y lo sabes muy bien».
Sus palabras resonaron en la mente de Eliksa como una profunda reverberación. Sintió como si todo por lo que había trabajado durante años se desmoronara ante sus ojos.
—¡Yo no exploté nada, Michael! Trabajé duro para conseguir justicia, incluso cuando te amaba. El amor no significa que pueda pasar por alto lo que has hecho.
El aire a su alrededor estaba cargado de tensión, y sus miradas chocaban como dos armas cargadas. Cuando Michael se acercó a ella, Eliksa trató de mantener la calma, pero su corazón gritaba: ¿Dónde está el amor que una vez sentiste?
«¡Eres una persona egoísta, Eliksa!», gritó Michael, enfatizando cada palabra como si quisiera clavárselas en el corazón.
«Pensaste que tenías derecho a hacerme responsable, pero nunca supiste por lo que pasé. Nunca consideraste mis sentimientos ni siquiera lo que me hiciste. Lo único que te importaba era beneficiarte de nuestra relación».
Eliksa sintió como si cada una de sus palabras la estuviera apuñalando.
«¿Y qué me hizo egoísta?», replicó ella, y su silencio anterior estalló en una furiosa confrontación.
«¿Pensabas que estaba aquí para hacerte daño? Te quería, Michael, pero tenía que hacer lo que hice. No tenía elección».
«¿Tus elecciones?», dijo Michael, apartando la cara de ella como si fuera una fuente de enfermedad.
«Solo estabas aquí para hacerme parecer un monstruo, no al revés. Lo único que hiciste fue explotar mis sentimientos. Nunca tuviste el amor que crees que poseías».
El corazón de Eliksa casi se hizo añicos.
«No fue así», dijo ella, tratando de mantenerse firme ante su embestida.
«Luchaba por hacer justicia, pero también creía que podías cambiar. Pensé que podías ser mejor».
«¿Mejor?», se burló Michael de nuevo.
«¿Qué sabes tú de ser mejor? Cuando caía en las trampas de la violencia, tú mirabas desde la distancia, jugando con mis emociones, ¿y ahora hablas de justicia?».
En este punto, Eliksa ya no pudo contener sus emociones. Se sentía como si todas las paredes que había construido alrededor de su corazón se hubieran derrumbado.
«No puedo creer que pienses así. He trabajado duro para lograr justicia, incluso si eso significaba arrestarte. ¿Crees que eso es fácil para mí?».
Michael la miró con ojos cargados de ira.
«¿Fácil? Eso es irrelevante. Lo que importa es que fuiste una traidora, y lo sabes muy bien».
Eliksa se acercó a Michael, ignorando la distancia que los separaba.
«¡Deja de culparme! Yo era la que te amaba. Quería que fueras mejor, pero no me escuchaste. Lo di todo por ti, ¿y ahora me acusas de traidora?».
Michael sonrió enigmáticamente, pero sus ojos brillaban de ira.
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