La inocencia robada - Capítulo 190
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Capítulo 190:
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«Lo pensaré», dijo Michael finalmente, antes de darse la vuelta y salir lentamente de la oficina.
Max permaneció de pie, mirando la puerta cerrada tras la partida de Michael. Su rostro estaba tan frío e inmóvil como una piedra, pero en el fondo sabía que la batalla que les esperaba sería la más dura de sus vidas.
Alexa estaba sentada en su escritorio, mirando los papeles esparcidos frente a ella, mientras pensamientos contradictorios luchaban en su mente. Habían pasado años desde su separación de Michael, y con cada día que pasaba, la herida en su corazón parecía hacerse más profunda en lugar de sanar. Al principio lo había engañado, fingiendo ser pura e inocente, mientras que su verdadera intención era capturarlo. Sin embargo, en medio de esta lucha, se había enamorado de este hombre criminal.
Hoy, sentía como si el fantasma de Michael permaneciera en la oficina, como si estuviera vagando a su alrededor. Reflexionó: «¿Sabes que acepté tu caso? ¿Sigue pensando que deseo tu encarcelamiento, que nunca te quise?». Su corazón vacilaba entre su deber emocional y profesional, y con cada momento de vacilación, el dolor se intensificaba.
Cogió el teléfono, intentando concentrarse en su trabajo, pero los recuerdos se colaron en sus pensamientos. Recordó aquel día en que se conocieron, cómo lo había observado desde la distancia. Estaba sentado en un rincón oscuro del bar, con su cabello oscuro y una sonrisa inquietante. Se había sentido atraída por el misterio, sin darse cuenta de que esa atracción la arrastraría a un torbellino de emociones complejas.
Después de su separación, Alexa sintió como si le hubieran matado y enterrado el corazón. Todo a su alrededor estaba cambiando, pero no podía dejar de lado sus recuerdos. ¿Así es como viviré mi vida? ¿Recordando los momentos felices que pasé con él, las risas que compartimos, mientras que en realidad, él vive en la oscuridad del crimen y la violencia?
De repente, sonó su teléfono. Era una llamada de su jefe, su voz firme y clara.
«Yeliska, tienes que prepararte. Tenemos nuevas pruebas. Debemos detener a Michael».
Su corazón se hundió en su pecho. ¿Cómo puedo arrestar a quien amo? Este era el momento que había temido. Recordó las palabras que una vez le había dicho: Te quiero, Michael. ¿Sería capaz de encarcelar a quien amaba?
Sintió una intensa ansiedad, como si todo conspirara contra ella. El conflicto interno en su interior creció, el tira y afloja entre sus emociones apretándole el corazón. ¿Conseguiré hacer justicia? ¿O me detendrá mi amor por él?
Los pensamientos inundaban su mente. Sabía que Michael era un criminal, un asesino, alguien que había derramado sangre y cometido atrocidades. Sin embargo, al mismo tiempo, sentía que su corazón albergaba algo más complejo. ¿Lo que hizo fue por necesidad, o había razones más profundas detrás de sus acciones?
Debo ser fuerte. Debo enfrentarme a esto. Pero, ¿cómo podía enfrentarse a él cuando sentía que su amor se manifestaba en cada rincón de su vida? La vida la había sumido en un torbellino de conflictos internos, donde oleadas de amor y deber chocaban entre sí.
Al contemplar la evidencia ante ella, recordó el momento en que le había confesado sus sentimientos. Él la había mirado con ojos llenos de preguntas, pero ella no había previsto que este amor se convertiría en algo tan complicado y difícil.
Se preguntó: «¿Seré capaz de tomar la decisión correcta?». Sentía que cualquier elección que hiciera tendría profundas consecuencias. O bien encarcelaría a su amado, o bien ignoraría su deber como oficial y le permitiría escapar de la justicia.
Las horas pasaban mientras reflexionaba sobre estas preguntas, pero su corazón latía con violencia. Se dio cuenta de que las cosas nunca volverían a ser iguales, y que cada decisión que tomara afectaría a su vida de formas que no podía comprender del todo.
Se dio la vuelta en la silla de la oficina, tratando de concentrarse en su tarea. Pero cada vez que echaba un vistazo a los expedientes, su mente volvía a los recuerdos de Michael. Aparecía en su imaginación como un niño perdido, luchando por sobrevivir en un mundo que no había sido más que cruel con él.
En ese momento, Yeliska decidió que tenía que enfrentarse a sus sentimientos. Necesitaba saber si el amor podía triunfar sobre la crueldad y si podía hacer justicia sin perder una parte de sí misma.
Mientras se preparaba para enfrentarse a Michael, comprendió que este encuentro marcaría un nuevo comienzo, no solo para su carrera, sino también para su corazón. Ansiaba descubrir si había lugar para el amor en un mundo consumido por el crimen, y si podía conciliar sus creencias con lo que sentía.
A medida que se acercaba el momento crucial, un conflicto interno surgió en su corazón. Se preguntó: ¿Seré capaz de encarcelar a quien amo? En última instancia, tenía que elegir entre el amor y la justicia, entre lo que deseaba y lo que debía hacer.
Así, cuando salió de su oficina y se adentró en la realidad, supo que todo estaba a punto de cambiar. Ese momento determinaría tanto su destino como el de Michael. Se sentía preparada para afrontar lo que le esperaba, pero solo si podía mantener un equilibrio entre el amor y el deber.
Cuando Yeliska salió de su oficina en la comisaría, un aroma familiar llenó sus fosas nasales, una fragancia que le trajo fuertes recuerdos. Era el aroma de Michael, una mezcla de miedo y pasión. Al instante, su corazón comenzó a latir aceleradamente como si intentara escapar de su pecho, y susurró para sí misma: «No, ahora no».
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