La inocencia robada - Capítulo 178
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Capítulo 178:
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Al oír esto, la expresión de Max cambió ligeramente. Por un breve instante, la ira brilló en sus ojos, pero rápidamente recuperó el control. Hizo un gesto a Michael para que se mantuviera firme y volvió la mirada hacia Elizabeth.
«Somos una familia, y este conflicto termina aquí. Hoy no es momento para disputas: hay una celebración por mi hija recién nacida, y todos los ojos estarán puestos en nosotros».
Sus últimas palabras fueron tranquilas, pero transmitieron un mensaje claro: no permitiría que ninguna disputa familiar empañara este día tan importante.
Elizabeth permaneció en silencio durante unos momentos, con los ojos brillantes por una mezcla de ira y traición, pero comprendió que Max no cedería. Finalmente, suspiró frustrada, se dio la vuelta y salió furiosa del salón con pasos bruscos y deliberados, sin decir una palabra más.
En ese momento, Michael sintió que un gran peso se le quitaba de encima, pero Max, como de costumbre, no mostró ninguna reacción. Sacudió el polvo de su traje como si estuviera quitando una suciedad imaginaria y le dijo a Michael con calma: «Ahora, comencemos la celebración».
La celebración se celebró en la lujosa mansión de Holden, un magnífico palacio con un diseño moderno y elegante. Las brillantes lámparas de araña proyectaban una luz dorada, mientras que las paredes adornadas con pinturas antiguas añadían grandeza y opulencia al ambiente. Ricas alfombras rojas se extendían por los pasillos, que conducían a la sala principal, llena de flores blancas, mientras una suave música clásica sonaba de fondo, completando la escena regia.
En medio de este suntuoso escenario, Max Holden se encontraba en un pequeño podio en el centro del salón, sosteniendo la mano de su hija recién nacida, Maya, que solo tenía unas pocas semanas de edad. Su rostro estaba radiante de orgullo, pero conservaba los rasgos fuertes y serios por los que era conocido. Vestido con un exquisito traje negro, parecía el anfitrión de la ocasión, completamente despreocupado por la multitud de cámaras que lo rodeaban de varios medios de comunicación. Sus ojos brillaban con confianza, como si esta celebración no fuera solo un evento familiar, sino una muestra de su poder y control sobre todo lo que lo rodeaba.
Junto a él estaba Amelia, la madre de Maya, radiante con un vestido largo de satén azul cielo, sonriendo con auténtica felicidad. Su rostro estaba iluminado de alegría y sus ojos brillaban de emoción mientras miraba a su hija, intercambiando de vez en cuando miradas con Max. A pesar de todo lo que habían pasado, había una rara armonía entre ellos en ese momento. Amelia parecía relajada y contenta mientras observaba la celebración junto a su marido y su hija.
En la primera fila de la reunión, Jerry Cooper y su esposa estaban sentados orgullosos, celebrando el nacimiento de su nieta. Jerry, que normalmente tenía el rostro serio, ahora parecía tranquilo, con una cálida sonrisa en el rostro. Su esposa, vestida con un elegante traje plateado, parecía igualmente orgullosa y feliz mientras observaba a la familia bajo los focos. Los asistentes podían sentir que este momento, a pesar de las festividades, tenía un profundo significado, especialmente después de las tensiones que la familia había soportado en el pasado.
Elizabeth Holden, la madre de Max, estaba sentada junto a Jerry, manteniendo su habitual calma y elegancia. Su rostro revelaba poca emoción, como si estuviera acostumbrada a tales ocasiones. Llevaba un vestido negro clásico, sus ojos seguían atentamente el evento. Aunque aparentaba estar tranquila, aquellos que conocían a Elizabeth sabían que no se perdía ningún detalle.
Junto a ella estaba sentado Michael Holden, el hermano de Max, que se había involucrado más públicamente en los asuntos de la familia. Michael, con una mirada algo vacilante, lucía impactante con su traje gris. A su lado estaba Alexa, la misteriosa mujer que había traído consigo. Alexa llamaba la atención por su cautivadora belleza y gracia, pero su presencia solo aumentaba la creciente curiosidad en torno a su papel en la cambiante narrativa de la familia Holden.
Sus agudos ojos ocultaban muchos secretos. Observó la celebración con cautela e interés, como si estuviera sopesando a cada persona y cada acontecimiento a su alrededor.
Cuando la música se fue apagando lentamente, Max levantó la mano para hacer una señal a los invitados, haciendo que la sala se quedara en silencio. Habló con su profunda voz, llena de la confianza y el desafío que todos esperaban de él.
«Quiero dar las gracias a todos por estar aquí esta noche. Hoy celebramos el nacimiento de mi hermosa hija, Maya, el símbolo de esperanza y continuidad para la familia Holden. Puede que la familia esté llena de secretos y sombras, pero en este momento celebramos la vida, el amor y la esperanza».
Amelia lo miró, con los ojos llenos de emoción, mientras el público estallaba en un cálido aplauso. Jerry Cooper apretó suavemente la mano de su esposa, mientras Elizabeth permanecía en silencio, observando todo con su habitual mirada fría. Después del discurso de Max, el ambiente se volvió más relajado. Las cámaras capturaron los momentos de alegría de la familia, mientras los medios de comunicación seguían de cerca cada movimiento. A pesar de la alegría que llenaba la celebración, había una sensación invisible de anticipación, como si este momento feliz no fuera a durar mucho. Cualquiera que conociera a Max entendía que detrás de esta gran exhibición, se estaban gestando planes y maquinaciones en silencio.
Michael se acercó en silencio a Max mientras este conversaba con algunos invitados.
«Creo que la fiesta va bien, ¿no?», dijo Michael en tono tranquilo, pero con una mirada profunda hacia su hermano.
Max esbozó una breve sonrisa y respondió: «Por supuesto, todo va según lo previsto».
Desde lejos, Alexa observó atentamente la conversación entre los dos hermanos antes de volver a beber lentamente su champán. Amelia estaba de pie junto a Elizabeth, charlando, pero sus ojos transmitían mucha conversación no dicha.
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