La inocencia robada - Capítulo 176
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Capítulo 176:
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Amelia no tardó en hablar, su tono estaba lleno de fuerza y confianza a pesar del dolor que intentaba ocultar tras un muro sólido.
—Es hora, Michael. No puedes seguir viviendo en las sombras. Tienes que reclamar tu derecho. Todo el mundo debe saber que eres un Holden.
Michael se quedó quieto durante un largo momento, como si sus palabras resonaran lejanamente en su mente. Lentamente, sacudió la cabeza como si tratara de escapar del pensamiento, y luego dijo en voz baja: «Pero… Max es el heredero legítimo. Ha vivido su vida a la luz. No quiero… causar ningún problema».
Amelia se puso delante de él, con los ojos brillantes de desafío, y dijo con firmeza: «Michael, no hables como si fueras un extraño en esta familia. Eres un Holden como él. Tienes derecho a dar un paso al frente y reclamar lo que es tuyo. Las sombras no son tu lugar, y nunca deberían serlo».
Sus pasos se dirigían hacia la mansión y, con cada paso, la tensión de Michael aumentaba. Sintió el peso de las palabras que había pronunciado, como si fueran a destrozar la frágil estabilidad que tanto le había costado mantener a lo largo de los años. Sin embargo, en el fondo, sabía que Amelia tenía razón. Había pasado su vida sirviendo en las sombras, observando cómo Max avanzaba y tomaba el control, mientras él permanecía en un segundo plano: el segundo hombre, aquel del que nadie conocía la verdad.
Cuando entraron en la mansión, el gran vestíbulo estaba iluminado por la luz de las lámparas de araña doradas, y las paredes estaban adornadas con lujosas pinturas que databan de siglos atrás. Max los esperaba en la entrada, sus ojos azules los observaban con calma, un frío destello de conocimiento parpadeaba en ellos. Vestía un traje negro, lo que aumentaba su habitual presencia dominante y su innegable carisma.
Cuando llegaron hasta él, Max habló primero, con un tono tranquilo pero lleno de confianza y desafío.
—Amelia tiene razón, Michael. No puedes esconderte para siempre. La verdad está clara para todos, es más, ya lo saben. Es hora de confirmar sus sospechas y ocupar tu lugar en esta familia.
Michael se quedó paralizado, sus ojos buscaban cualquier atisbo de piedad en la expresión de Max, pero solo encontró determinación y realidad. El tono de Max era tan duro como pragmático, como si el mundo se hubiera formado de tal manera que escapar del destino que tenían ante sí fuera imposible.
Michael vaciló unos segundos más antes de hablar finalmente con voz entrecortada.
—Pero… ¿y tú, Max?
Max se acercó, con la misma expresión, con sus fríos ojos fijos en Michael. Le puso una mano en el hombro y le dijo con voz baja pero contundente: —Lo has sabido desde el principio. Nosotros no elegimos esta vida, pero ella nos eligió a nosotros. Eres mi hermano, de la sangre de nuestro padre… eso es algo que no se puede negar, por mucho que lo intentes. Pero si buscas mi aprobación o aceptación, eso no depende de quién eres, sino de lo que hagas una vez que todos lo sepan».
Esas últimas palabras golpearon a Michael como otro golpe. Sabía que Max no perdonaría fácilmente y que tendría que demostrar su lugar en este nuevo mundo que estaba a punto de abrirse ante él. En ese momento, sintió el peso de su futuro más que nunca.
Amelia, que había estado observando en silencio, miró a Michael con ojos llenos de simpatía y apoyo, pero sabía que la decisión era suya. Ella…
Michael dio un pequeño paso adelante y dijo con voz suave pero firme: «Michael, esto no es solo una elección. Es tu destino. No dejes que el miedo te impida reclamar lo que es tuyo».
Michael respiró hondo y, finalmente, con voz llena de determinación, aunque todavía temblando, habló.
«Lo haré. Reclamaré lo que es mío».
Bajo el resplandor de las luces, Max Holden se encontraba en el escenario, envuelto en su habitual calma, frente a la multitud de periodistas y cámaras ansiosas, listo para capturar cada palabra de su boca. Una clara tensión llenaba la sala, con especulaciones entre el público sobre la naturaleza del anuncio que Max había prometido: el emperador de los negocios que nunca revelaba sus cartas fácilmente.
La sala de conferencias era lujosa, reflejando la grandeza del imperio Holden. Los muebles de cuero fino y la decoración de madera oscura exudaban una sensación de opulencia, mientras que el resplandor de las enormes pantallas bañaba los rostros ansiosos detrás de las cámaras. Los murmullos se hicieron más fuertes cuando Max se preparó para revelar la «noticia importante».
La mirada de Max era aguda e inquebrantable, su rostro cincelado como piedra, sin mostrar ninguna emoción. Sin embargo, sus ojos tenían un poder que dominaba la sala. Con un gesto sutil, levantó la mano, señalando a Michael, que estaba de pie en las sombras detrás de él. Con voz imponente y serena, dijo: «Da un paso al frente, Michael».
Michael dio pasos seguros hacia el escenario, sus movimientos deliberados, como si se hubiera estado preparando para este momento toda su vida. Su rostro mostraba más tensión que el de Max, pero la fuerza de su carácter era innegable. Se puso de pie junto a Max, alto, con los ojos fijos en la multitud, mientras los periodistas susurraban con creciente curiosidad.
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