La inocencia robada - Capítulo 161
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Capítulo 161:
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Maxwell levantó sus cansados ojos para encontrarse con los de Chris, su rostro una mezcla de ira y miedo.
—No dejaré que Alonzo gane, pero no puedo arriesgar la vida de Amelia. Necesitamos encontrar otra manera, un plan que lo salve todo.
Chris lo miró fijamente antes de hablar con calma.
—Max, necesitamos pensar con claridad. Alonzo quiere que actúes por ira e impulso. No podemos jugar su juego.
Maxwell se hundió en su silla, pasándose una mano por el pelo mientras trataba de organizar sus pensamientos. En ese momento, todo estaba en juego: su vida, el amor de su vida y su hijo por nacer.
Aquella tormentosa noche, Michael estaba en casa, sentado junto a la chimenea, observando cómo las llamas bailaban lentamente. Junto a él estaba sentada Alexa. De repente, el teléfono rompió el pesado silencio, atravesando la quietud con un tono ominoso.
Michael descolgó el teléfono y, en cuanto oyó las primeras palabras, su rostro perdió todo el color. La persona que llamaba le informó de que Amelia, la esposa de Maxwell, había sido secuestrada. Michael lo dejó todo y se puso de pie de repente, con el rostro tenso de ira y determinación.
«Michael, ¿qué pasa?», preguntó Alexa, con la voz llena de preocupación al notar el repentino cambio en su expresión. Él se volvió hacia ella, con los ojos llenos de preocupación, y respondió con firmeza: «Tengo que irme».
Alexa se quedó desconcertada, intuyendo la gravedad de la situación, mientras lo veía salir apresuradamente, con una ira que irradiaba de él.
Michael no tenía tiempo para palabras. Agarró su chaqueta rápidamente, con los ojos ardientes de determinación.
«Tengo que ir a ver a Max. Se nos ocurrirá un plan para recuperarla y Alonzo lo pagará caro».
Dejó a Alexa de pie junto a la puerta, con la mirada confusa y ansiosa, mientras él salía apresuradamente. Podía sentir cómo el tiempo se escurría, cada minuto los acercaba más al momento decisivo.
Cuando Michael llegó a la mansión de Maxwell, la tensión era palpable. Max estaba junto a la gran ventana, con el rostro pálido y los ojos ardientes con una mezcla de rabia y miedo. Apretó la mandíbula, tratando de controlar el torbellino de emociones que había dentro de él.
«Michael…», la voz de Max era ronca.
—¿Cómo se las han arreglado para llevársela? La había puesto en el lugar más seguro… y ahora, está en manos de Alonzo.
Michael se acercó a él, colocando una mano en su hombro en un intento de calmarlo.
—Max, Alonzo no es tonto. Ha estado planeando esto durante mucho tiempo. Pero cometió el mayor error de su vida al tocar a Amelia.
Max levantó la vista, con los ojos llenos de dolor y confusión, pero no dijo nada. Michael continuó con firmeza: «Escúchame. La recuperaremos y pondremos fin a esta pesadilla. No te preocupes. Amelia volverá contigo y pronto estará en tus brazos, dando a luz a tu hijo sano y salvo».
Max reflexionó sobre las palabras de Michael, con los ojos llenos de esperanza y venganza.
«¿Cómo?».
Michael se sentó frente a él, con la mirada aguda y concentrada.
—Primero, tenemos que actuar con rapidez. No hay tiempo que perder. Tenemos que planear cada paso con cuidado. Sabemos que Alonzo intentará usar a Amelia como palanca para arrebatarte todo, pero no jugaremos con sus reglas.
Max se acercó a su escritorio, abrió cajones y sacó archivos y documentos que había guardado durante mucho tiempo.
—Toda la información sobre Alonzo está aquí. Quiero aplastarlo por completo. No dejaré que toque a mi esposa ni a mi hijo. La ira en la voz de Max aumentó, pero Michael permaneció tranquilo.
—Eso es exactamente lo que haremos, pero necesitamos una estrategia. Alonzo sabe que intentaremos actuar rápido, así que tenemos que ser más inteligentes que él. Necesitaremos un mapa claro de sus ubicaciones y averiguar quién está trabajando con él».
Max asintió con determinación.
«Haré lo que sea necesario. No me importa lo que tenga que hacer con tal de recuperarla».
Michael sonrió con confianza.
«Entonces, empecemos. Tenemos mucho trabajo que hacer para llevar a Amelia de vuelta a donde pertenece».
Mientras hablaban, el esbozo de un plan comenzó a tomar forma entre ellos, y Max se calmó cada vez más. El ardiente deseo de venganza dentro de él se hizo más enfocado, y cada pensamiento ahora estaba dirigido a un objetivo: destruir a Alonzo y rescatar a Amelia para que pudiera regresar a sus brazos y dar a luz a su hijo a salvo.
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