La inocencia robada - Capítulo 158
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Capítulo 158:
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Pero antes de que llegara ese día, había una decisión que no podía esperar: tenía que reunir a su familia. La escena que tenía ante sí reflejaba el desorden que sentía en su interior. Su familia estaba fracturada, cada miembro en su propio mundo, como extraños viviendo bajo el mismo cielo.
Amelia se sentó junto a la ventana y observó cómo la lluvia incesante resbalaba por el cristal como si el mundo entero estuviera llorando ante ella. Las tenues luces de la habitación proyectaban un suave resplandor, pero un escalofrío interior se apoderó de su corazón. Con manos temblorosas, se apoyó la palma de la mano en su vientre hinchado y sintió el movimiento de su hijo nonato, como si el bebé la instara a tomar una decisión antes de su llegada.
Frente a ella, su madre, la Sra. Cooper, estaba sentada en silencio. Su rostro pálido y su cabello canoso eran testigos de años de dolor y arrepentimiento, años que se habían acumulado a partir de sus conflictos con Jerry Cooper, su exmarido. La tristeza perduraba en sus ojos marrones, y las arrugas de su rostro contaban una amarga historia de dolor y traición.
A Amelia no le resultó fácil iniciar esta conversación, pero sabía que tenía que hacerlo. Con toda la emoción que pudo reunir, susurró, con la voz temblorosa pero llena de amor: «Mamá, por favor… es hora de dejar atrás todo. Tienes que volver con papá. Tenemos que volver a ser una familia».
Su madre la miró lentamente, como si la voz de Amelia la hubiera sacado de un mundo de pensamientos perdidos en el pasado. Sus ojos se encontraron, y los de la Sra. Cooper se llenaron de tristeza y arrepentimiento. Sus labios temblaban con palabras no dichas. Trató de hablar, pero el peso de las palabras parecía demasiado pesado, como si no pudiera expresar lo que había dentro de ella.
Amelia continuó, con una voz cada vez más cálida y urgente: «No quiero que mi hija crezca sin ver a sus abuelos juntos. Necesita veros a los dos, en paz y en amor. Mamá, por favor, quiero sentir que somos una familia de nuevo. No puedo soportar más este vacío».
El corazón de su madre se estremeció ante las palabras de su hija y, por un momento, el silencio que siguió pareció llenar toda la habitación.
Las palabras flotaban en el aire, pero algo en lo más profundo de su ser le impedía perdonar tan fácilmente. Sus ojos guardaban heridas de años y el miedo a que la historia se repitiera.
Permaneció en silencio un momento y luego habló con voz suave, como si cada palabra le costara: «Amelia… algunas cosas no se pueden arreglar fácilmente. Lo que pasó entre tu padre y yo no es algo que se pueda olvidar. Nuestras heridas son profundas y no sé si podemos volver a ser como éramos».
Amelia interrumpió rápidamente, con las emociones desbordándose, los ojos brillando con lágrimas que ya no podía contener: «Pero él está dispuesto a cambiar. Se arrepiente de todo. Hablé con él y me dijo que quiere compensártelo, volver a intentarlo. Por favor, dale una oportunidad. Dale una oportunidad a nuestra familia».
En ese momento, unos pasos pesados resonaron en el pasillo. La puerta de la habitación se abrió lentamente y Jerry Cooper entró. Llevaba un abrigo gris, ligeramente húmedo por la lluvia que seguía cayendo fuera. Su rostro parecía cansado, como si el peso de los años y sus errores estuvieran grabados en sus rasgos. Sin embargo, había algo nuevo en sus ojos, tal vez determinación o un profundo arrepentimiento.
Se quedó un momento en la puerta, con la mirada entre Carla y Amelia, como si tratara de calibrar la situación antes de avanzar con cautela hacia el centro de la habitación. Cada paso parecía un intento de reconstruir un puente que hacía tiempo que se había derrumbado.
Empezó con voz tranquila, cargada de emoción: «Sé que he cometido muchos errores. Sé que hay cosas que no se pueden deshacer. Pero os prometo, a las dos, que haré todo lo que esté en mi mano para arreglar las cosas. He cambiado y estoy dispuesto a dejar el pasado atrás y empezar de nuevo». Su voz estaba llena de arrepentimiento. Hizo una pausa, como si estuviera recuperando el aliento, esperando su reacción. Pero ella continuó mirándolo, con los ojos llenos de vacilación y miedo. La herida en su corazón era profunda y la curación no sería fácil.
Jerry continuó, tratando de sonar más persuasivo: «Quiero estar ahí para ti y para nuestra nieta. Seré la persona que necesites que sea y no te volveré a dejar. Estoy dispuesto a luchar por esta familia. Por favor, no me vuelvas a excluir».
La habitación se llenó de silencio por un momento, como si el tiempo se hubiera detenido. El suave sonido de la lluvia afuera fluía suavemente, como si el mundo entero estuviera esperando la decisión que cambiaría el curso de sus vidas. Amelia se secó las lágrimas, observando ansiosamente, con la mirada cambiando entre su madre y su padre, esperando ver una señal de reconciliación.
La Sra. Cooper respiró hondo, como si estuviera luchando consigo misma para tomar una decisión difícil. Luego habló con una voz cargada de tristeza y esperanza.
Con voz tranquila pero firme, Carla dijo: «Esto no es fácil, Jerry. Hemos pasado por muchas cosas. Pero… necesito tiempo».
Jerry asintió con la cabeza en señal de comprensión.
«Te daré todo el tiempo que necesites. Solo quiero una oportunidad para demostrar que he cambiado».
Amelia se acercó a su madre, tomándole suavemente la mano y apretándola. Su voz estaba llena de amor y esperanza cuando dijo: «Mamá, por favor. Te necesitamos. Os necesito a las dos. Vamos a reconstruir esta familia».
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