La inocencia robada - Capítulo 114
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 114:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Adrian entró en la habitación con pasos silenciosos, acercándose a ella con una sonrisa amable en el rostro. Su cabello oscuro y brillante caía ligeramente sobre su frente, y sus ojos azules brillaban con una calma confiada. Llevaba un traje negro hecho a medida, que realzaba su carismática presencia y le daba un aura de poder.
Adrian, en un tono tranquilizador y reconfortante, dijo: «Amelia, no tengas miedo. Estamos juntos en esto. Sea lo que sea lo que Maxwell esté planeando, no podrá interponerse en nuestro camino».
Amelia dudó por un momento, y luego se volvió hacia él con ojos llenos de preocupación.
Amelia, con tono preocupado, dijo: «Pero Adrian, Maxwell no debe ser subestimado. Sus amenazas no son en vano. ¿Y si intenta hacer algo el día de nuestra boda?».
Adrian se acercó a ella y tomó sus manos, mirándola directamente a los ojos.
Adrian, con confianza, dijo: «Amelia, Maxwell puede ser peligroso, pero somos más fuertes que él. No podemos dejar que el miedo controle nuestras vidas. Casarme contigo es lo que quiero, y es lo que haremos. No dejaré que nadie lo impida».
Amelia sintió cómo la calidez de sus palabras se filtraba en su corazón, dándole la fuerza que necesitaba. Asintió lentamente, como aceptando su verdad.
Amelia, con una leve sonrisa, dijo: «Tienes razón, Adrian. No puedo dejar que Maxwell vuelva a arruinar mi vida. Tenemos que seguir adelante».
Mientras se preparaba para bajar las escaleras, donde la esperaba Adrian, su futuro marido, su teléfono sonó de repente en el tocador. Lo cogió con una mano ligeramente temblorosa y encontró un mensaje nuevo. Sus ojos se fijaron en la pantalla mientras leía el mensaje que lo cambió todo.
Maxwell (en el mensaje): «Tienes una hora. Ven a mí ahora y abandona esta boda, o mataré a tu madre. Se adjunta una foto para confirmar lo que digo».
El corazón de Amelia se aceleró salvajemente, como si pudiera oírlo en sus oídos. Abrió la foto y, en cuanto la vio, un escalofrío frío recorrió su cuerpo. Su madre estaba atada con gruesas cuerdas, sus ojos llenos de miedo, mientras que el arma de Maxwell apuntaba a su cabeza.
La mano de Amelia temblaba, casi dejando caer el teléfono. No podía evitar que las lágrimas fluyeran. Su pecho se sentía apretado, como si el aire a su alrededor se hubiera vuelto pesado y difícil de respirar.
Adrian entró en la habitación en ese momento, notando algo extraño en su expresión ansiosa.
Adrian (preocupado, acercándose a ella): «Amelia, ¿qué pasa? ¿Por qué pareces asustada?».
Amelia levantó los ojos llenos de lágrimas hacia él y luego le tendió el teléfono con una mano temblorosa.
Amelia (ahogándose): «Mira… Maxwell… quiere que deje la boda y vaya a verle, o matará a mi madre. No está bromeando».
Adrian leyó el mensaje rápidamente, sus ojos azules se inundaron de una fría rabia. Agarró el teléfono con fuerza como si quisiera aplastarlo, luego miró a Amelia, que temblaba de miedo.
Adrian (calmado pero hirviendo de ira): «No dejaremos que nos controle de esta manera. Encontraremos la manera de salvar a tu madre sin dejar que destruya nuestras vidas».
Amelia, que deseaba poder escapar de todo ese miedo, empezó a sentirse mareada. Sin embargo, a pesar de todo, sabía que no podía dejar que su madre se enfrentara sola a ese terrible destino.
Amelia (voz temblorosa): «Adrian, ¿qué podemos hacer? ¡Solo tenemos una hora!».
Adrian se acercó y le tomó las manos para tranquilizarla. Adrian se fue, decidido a actuar rápidamente para salvar a la madre de Amelia.
Mientras Amelia agarraba un collar de perlas en la mano, oyó un leve sonido procedente de la puerta. Se giró lentamente y vio a un sirviente vestido de negro de pie en el umbral. Tenía el rostro tenso y los ojos muy abiertos, como si hubiera visto algo horrible.
—Señorita Amelia, hay algo importante que debe ver —dijo el sirviente con voz temblorosa, sacando una camisa blanca manchada de sangre de detrás de la espalda. Amelia miró la camisa conmocionada, su corazón se detuvo momentáneamente.
«¿Qué es esto?», preguntó con voz temblorosa, sus manos temblaban mientras sostenía la camisa.
«El Sr. Maxwell me pidió que te diera esto. Dijo que no tienes tiempo… Debes apresurarte y abandonar esta boda. Me ordenó que vinieras a él inmediatamente».
Las palabras de la criada resonaron en sus oídos como tambores de peligro. ¿Maxwell? ¿Cómo lo sabía? ¿Por qué le enviaba esta camisa? La mente atribulada de Amelia se aceleró. Su relación con Maxwell era complicada, llena tanto de amor como de miedo.
Respiró hondo para asimilar la situación y preguntó: «¿Dónde está ahora?».
«Te está esperando. Dijo que no puedes llegar tarde».
.
.
.