La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 93
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Capítulo 93:
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Aunque nadie podía decir con certeza qué había provocado la repentina agresividad del caballo, pocos se sentían dispuestos a compadecerse de Alex.
Dado el lugar donde habían caído las pezuñas, era lógico suponer que Alex no podría competir durante al menos dos años, y posiblemente nunca más si la lesión era grave.
El público se alegró de ello.
«¡Ah!», gritó Alex, un grito agudo y gutural de dolor. Sus piernas, su abdomen, cada centímetro de la parte inferior de su cuerpo parecía haberse hecho añicos bajo el peso aplastante. Sin embargo, en lugar de compasión, el público estalló en vítores. El personal del evento y los médicos se apresuraron hacia Alex. Algunos trabajaban para contener al caballo, que seguía agitado, mientras otros lo atendían.
Mientras tanto, el hombre que había quedado en segundo lugar se acercó al árbitro con expresión sombría. Señaló el dedo corazón derecho de Alex e imitó el gesto de golpear al caballo que había hecho antes.
El árbitro no dudó y declaró: «Alex Espinoza queda descalificado por utilizar tácticas crueles y desleales en la carrera. Debido a las repetidas infracciones de las normas internacionales de competición, junto con su comportamiento antideportivo y sus ataques personales, ¡se le prohíbe permanentemente la entrada en este país!».
«¡Enhorabuena!». Cuando Ethan se acercó a Brenna, sus ojos se posaron en ella, que aún llevaba su elegante equipo de montar. La confianza que irradiaba la convertía en la presencia más cautivadora de la arena.
Rosie lo siguió, sin poder ocultar sus celos. Miró a Alex, que ahora se lo llevaban, y su expresión se ensombreció. Pensaba que Alex era un inútil, que ni siquiera había sido capaz de derrotar a alguien como Brenna.
Había apostado por él, pero había fracasado estrepitosamente.
Con expresión fría, se dirigió hacia Brenna, convencida de que su victoria no era más que pura suerte. En su mente, Brenna solo había ganado porque tenía
Habló con una leve sonrisa. Para aquellos que estaban un poco más lejos, podría haber parecido que la felicitaba.
—¿Qué hay para estar tan feliz? Solo es una carrera de caballos local, no un campeonato mundial. Actúas como si fuera el mayor logro de tu vida, Brenna. Sinceramente, es vergonzoso.
Brenna la miró con indiferencia. —Tienes razón. En comparación con mis otros premios, este no cuenta mucho. Montar a caballo es solo un hobby para mí, y además puedo ganar algún premio en metálico.
—¡Tú! —Rosie hervía de rabia, con el rostro desencajado por la ira.
Había entrenado sin descanso durante más de un mes, dedicándose en cuerpo y alma a la carrera, solo para fracasar antes incluso de llegar a la final.
Sin embargo, Brenna había hecho que pareciera que ganar era muy fácil. ¿Qué tipo de comentario tan ridículo era ese?
Lo que enfureció aún más a Rosie fue la sonrisa de Ethan. Desde que había visto a Brenna ese día, no había dejado de mirarla con una sonrisa.
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