La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 900
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Capítulo 900:
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La visión de Brenna subiendo al caro coche de Ethan hizo que su expresión se torciera con aún más resentimiento.
Una vez dentro del coche, Ethan miró a Brenna. —¿Quieres que le ayude?
Brenna se detuvo un momento. «No es necesario. Se lo merecía. Lo que sufrí de niña por su culpa fue mucho peor que lo que ha pasado hoy».
Su voz denotaba una calma tranquila, como si estuviera hablando de la vida de otra persona.
Ethan sintió pena por ella. —Está bien, no me meteré. Se lo merecía. Pero ¿qué hay del resto de la familia Barrett? He oído que Mack y Ruby también te maltrataban antes. Ahora les va bien. ¿Quieres que les dé una lección por ti?
—No necesito que hagas nada por ahora —Brenna bajó la mirada, con los ojos ensombrecidos por un atisbo de tristeza—. Lo hecho, hecho está. La familia Barrett ya lo ha perdido todo, así que voy a dejar atrás el pasado.
—Eres demasiado indulgente. —Ethan no pudo evitar sentir lástima por Brenna, intuyendo que las viejas heridas aún persistían bajo su aparente calma—. Mack, su madre y su hermana ahora están bien. Y en cuanto a Alec, dudo que lo que ha pasado hoy haya sido una coincidencia.
Apretó el teléfono con fuerza y le dio una orden a Neville, que conducía. —Investiga a Alec por mí.
—De acuerdo —respondió Neville.
Tomando la mano de Brenna, Ethan trató de consolarla. —Intenta que esto no te preocupe. Alec siempre ha sido astuto. Sabía cómo influir en la gente cuando estaba en los negocios y ahora solo está utilizando la compasión para conseguir algo de ti. Te dijo esas cosas a propósito.
Al comienzo de la semana, Brenna se encontraba frente a las grandes puertas de la finca Harper, esperando a Ethan. Era parte de su rutina; Ethan nunca faltaba a las reuniones de alta dirección de los lunes en el Mitchell Group, por lo que ella estaba segura de que hoy iría a la empresa. Pensó que él podría llevarla allí.
El tiempo pasaba y, cuando el reloj marcó las ocho, aún no había señales de él. Impaciente, cogió el teléfono y marcó su número sin dudarlo.
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La llamada fue respondida casi de inmediato. —¿Vas a la oficina hoy? —preguntó Brenna, con tono tranquilo.
Ethan se encontraba en un espacioso apartamento de doscientos metros cuadrados bañado por la luz del sol. Estaba ocupado supervisando la disposición de muebles nuevos y sin estrenar, mientras los trabajadores se movían a sus órdenes. Había comprado ese lugar hacía años.
En aquel entonces, lo había elegido por su comodidad, ya que estaba cerca de su empresa. Pero ahora, con la visita de Gracie a la vuelta de la esquina, decidió que el apartamento necesitaba una renovación. Gracie se alojaría allí.
Aunque los muebles estaban impecables, la estética general distaba mucho de lo que Gracie apreciaría. Justo la noche anterior, había contratado a un equipo de renovación para actualizarlo todo, cambiando la decoración por un estilo que se adaptara mejor al gusto de una mujer.
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