La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 90
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Capítulo 90:
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Neville estaba tan atónito que se quedó allí parado, con la boca abierta. Rosie, aún más atónita, se quedó mirando a Ethan durante lo que le pareció una eternidad, hasta que finalmente se dio cuenta de que Ethan podría sentir algo por Brenna. No se trataba solo de un flechazo pasajero; sus acciones hablaban más que las palabras.
«¡Ethan, yo también lo he hecho muy bien! He quedado segunda y he batido mi récord personal. ¿No deberíamos ir a celebrarlo?». Rosie esperaba que su larga amistad con Ethan le valiera algún elogio por su parte.
Esperó el cumplido de Ethan, con los ojos fijos en su rostro, que esbozaba una sutil sonrisa. Sin embargo, su atención seguía fija en Brenna, con una mirada tierna.
Ethan nunca la había mirado así.
En un arranque de frustración, Rosie lo agarró del brazo y lo sacudió. —¡Ethan!
Ethan volvió su atención hacia ella y le quitó la mano, con voz gélida y mirada penetrante. —No me toques —dijo.
Sin embargo, cuando volvió a mirar a Brenna, su mirada se suavizó considerablemente.
La última carrera era inminente. Brenna, llevando su caballo a la línea de salida, estaba seguida de cerca…
Por Alex, que declaró con confianza: «Esta ronda te ganaré, Night. Soy el jinete más hábil aquí».
El resto de los participantes miraron a Alex con desdén, rechazando su presuntuosa afirmación. «¡Ni lo sueñes!».
«¡Te mostraremos la verdadera fuerza!».
Alex, sin inmutarse por el desdén de los demás, hizo caso omiso de sus comentarios.
En poco tiempo, todos se alinearon en la línea de salida.
Con un fuerte estruendo, comenzó la carrera. Todos salieron disparados como flechas. Brenna se quedó ligeramente rezagada al principio y, en cuestión de segundos, Alex se había adelantado mucho, dejándola atrás.
Alex, habiendo conseguido una ventaja considerable, se regodeaba en su dominio. Con una sonrisa de suficiencia, levantó la mano derecha e hizo un gesto obsceno a sus competidores antes de agitar su fusta ante la multitud que rugía. Su voz resonó con arrogancia. «¡Sois todos unos patéticos! ¡No valéis nada!».
«¡Alguien tiene que callar a ese tipo! ¡Acabemos con él!». Uno de los jinetes que corría junto a Brenna apretó los dientes con rabia. Ya había aguantado bastante el comportamiento arrogante de Alex.
Brenna intercambió una mirada con él. No tenía intención de desperdiciar energía en las primeras vueltas. Su plan era claro: empezar con calma, aumentar gradualmente la velocidad en la segunda y tercera vuelta y luego dar rienda suelta a toda su potencia en la recta final.
Por ahora, lo ideal era mantener una distancia de diez metros entre ella y Alex. Estaba lo suficientemente cerca como para atacar en el momento adecuado, pero lo suficientemente lejos como para que él no se sintiera amenazado.
Esa distancia era perfecta.
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