La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 843
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Capítulo 843:
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Mientras tanto, Minna apenas tocaba su plato. No le echó azúcar al café, como si el amargor del café pudiera enmascarar el amargor de su corazón.
Suspiró. Luego, lentamente, se volvió hacia Brenna. —He oído que Ethan te regaló una tiara de diamantes por tu cumpleaños…
Brenna arqueó ligeramente las cejas. No hacía falta preguntar por qué Minna había sacado el tema, con el compromiso a la vuelta de la esquina. Probablemente Minna quería que se la prestara.
—Sí, mucha gente lo sabe —respondió Brenna con tono ligero y mirada fija—. ¿Por qué lo mencionas de repente? —Fingió ignorancia, fingiendo no adivinar la intención de Minna de pedirle prestada la tiara.
Minna no esperaba que Brenna se diera cuenta tan rápido. Los rumores decían que el regalo de cumpleaños de Ethan a Brenna había costado una fortuna: 1300 millones, para ser exactos. La tiara era legendaria.
Era una pieza muy valiosa, pero Minna solo quería ponérsela un rato y luego devolvérsela a Brenna. No era pedir mucho, ¿verdad?
Al fin y al cabo, en el futuro serían familia.
Cuando Brenna no le ofreció la tiara directamente, la sonrisa de Minna se desvaneció. —¿Te importaría prestarme tu tiara? Solo por un día. En cuanto pronunció las palabras, mantuvo la mirada fija en Brenna, esperando una respuesta positiva.
En su mente, no era mucho pedir. Alguien como Brenna, que provenía de una familia adinerada, seguramente no le daría mucha importancia a una sola pieza. Además, Minna había oído que en las familias ricas todo se usaba una sola vez: los vestidos lujosos y las joyas caras. Los ricos se olvidaban de ellos después de usarlos una vez.
Con esa lógica, se convenció a sí misma de que Brenna ni siquiera volvería a ponerse la tiara en público. Por lo tanto, no habría ningún problema en que se la prestara.
Brenna seguía en silencio, dando otro bocado al postre, sin parecer preocupada en absoluto. El reloj marcó un minuto y los nervios de Minna comenzaron a ponerse de punta. Se inclinó ligeramente.
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—Señorita Harper, es solo para el banquete de compromiso. Ni siquiera tiene que traérmela con antelación. Solo dámela el día de mi compromiso. Te la devolveré enseguida. No le pasará nada, lo prometo.
Brenna levantó la cabeza y la miró con una suave sonrisa. —Creía que mi silencio ya te había respondido.
La respuesta le dolió más de lo que Minna esperaba. Sus mejillas ardieron al darse cuenta de que Brenna la había estado rechazando con su silencio.
Minna se quedó allí sentada, rígida y avergonzada, deseando no haber preguntado nada.
«Lo entiendo…», murmuró, aunque su tono estaba teñido de amargura. «Pero las dos vamos a casarnos con alguien de la familia Mitchell, ¿no? En el futuro seremos familia. ¿No es natural que nos ayudemos mutuamente?».
Brenna mantuvo la voz tranquila, pero firme.
—¿No crees que esas cosas no se deben pedir prestadas? Dada la riqueza de la familia Mitchell, deberían poder permitirse comprarte una joya decente.
Brenna sabía que Ethan dirigía su negocio por su cuenta. El Grupo Mitchell no era una empresa familiar. El resto de la familia Mitchell servía en el ejército, vivía con su modestos sueldos y probablemente no tenía muchos ahorros.
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