La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 82
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Capítulo 82:
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Se sintió aliviado de no haber esperado a Isabella en la línea de salida. Si la gente los relacionaba, él se vería arrastrado a la desgracia, mancillando el nombre de su familia.
En cuanto la pista quedó despejada, Isabella miró ansiosamente hacia atrás. Al no ver más caballos acercándose, salió corriendo del campo a toda prisa.
Pero incluso cuando llegó a las gradas, la humillación no terminó.
La gente la señalaba con el dedo, con miradas llenas de desprecio y repugnancia. Entonces se dio cuenta de que, en realidad, nunca había querido correr. ¡Brenna la había empujado a hacerlo!
Volvió su mirada hacia Brenna, que iba en cabeza, con el resentimiento ardiendo en su pecho.
¿Por qué era tan rápido el caballo de Brenna? ¿Por qué no había tropezado? ¿Por qué Brenna no se había caído del caballo?
Isabella hería por dentro, maldiciendo a Brenna en su mente, deseando en silencio que Rosie, que iba justo detrás de Brenna, la alcanzara, la adelantara y la azotara con el látigo hasta que no pudiera seguir montando.
Mientras tanto, la popularidad de Brenna se disparaba. Las gradas estallaron en vítores y las apuestas por ella se dispararon. Ahora era más favorita que algunos de los mejores competidores, solo superada por Alex.
Desde una ventana del tercer piso, Ethan apartó la atención de su trabajo y fijó la mirada en Brenna mientras corría. Una leve sonrisa se dibujó en sus labios.
Brenna era realmente increíble.
Sus habilidades ecuestres eran más que impresionantes.
Rosie, que iba en segunda posición, ya había utilizado el látigo cinco veces. Según las reglas, no podía volver a utilizarlo hasta la recta final. Pero por mucho que se esforzara, la distancia entre ella y Brenna no hacía más que aumentar.
Ethan ya se había dado cuenta de que Rosie montaba su caballo, y su expresión se ensombreció. Ya no podía hacer nada al respecto. Lo que más le preocupaba era cómo podría percibir Brenna la situación. Él había querido que Brenna montara su caballo, pero había acabado en manos de Rosie.
Apretando con fuerza su teléfono, mantuvo la mirada fija en Brenna.
Creía que Brenna pensaría que valoraba más a Rosie que a ella. Esa idea le inquietaba profundamente. ¿Por qué no se lo había aclarado antes al encargado del establo? Si lo hubiera hecho, esto no habría pasado.
De pie junto a Ethan, Neville notó la expresión sombría de Ethan: tenía el ceño fruncido y las venas prominentes mientras apretaba con fuerza el teléfono. Estaba claro que Ethan estaba descontento.
Rápidamente dijo: —Señor Mitchell, yo me encargaré de esto personalmente. Me aseguraré de que la señorita Brenna Harper monte su caballo en la final.
Ethan miró fríamente a Neville antes de darse la vuelta sin decir una palabra.
Tomándolo como una señal, Neville no dijo nada más. Sin dudarlo, se dio la vuelta y se marchó, decidido a corregir el error de inmediato.
Rosie apretó los dientes con frustración al darse cuenta de que no había forma de acortar la distancia. Con solo una vuelta por delante, era imposible adelantar a Brenna. Ya había agotado los golpes de látigo que le correspondían, por lo que solo le quedaba una opción: asegurar el segundo puesto.
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