La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 80
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Capítulo 80:
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Los miembros del personal corrieron junto a su caballo para intervenir. «¡Sr. Espinoza, modere sus palabras!».
Pero a Alex no le importó. Hizo caso omiso de sus advertencias e incluso les golpeó con su fusta. Los miembros del personal no tuvieron más remedio que retroceder.
«¡Fuera de Belden!».
«¡Marchaos!».
«¡No sois bienvenidos aquí!».
La admiración de la multitud hacia Alex se convirtió en indignación.
Los gritos estallaron en las gradas, ya que algunas personas no pudieron contener su furia.
Pero Alex actuó como si no hubiera oído nada. Siguió haciéndoles gestos obscenos y su voz retumbó a través del megáfono. «¡Night, sal! ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo?».
Dos años atrás, en Valport, Night había sido la única piloto que lo había derrotado. Alex nunca aceptó esa derrota. Desde entonces, había estado deseando una revancha.
Pero después de esa carrera, Night había desaparecido sin dejar rastro.
Todo lo que Alex sabía era que Night era de Belden. No sabía su verdadero nombre ni nada más sobre ella. Así que hizo lo único que podía: seguir compitiendo, seguir ganando y seguir retando a Night. Esperaba que algún día volviera a encontrarse con Night.
«¡Compitamos de nuevo y acabemos con esto de una vez por todas!», gritó Alex, haciendo un gesto obsceno a la multitud. Su mala actitud era repulsiva.
Brenna se limitó a observar lo que sucedía con determinación férrea.
La siguiente carrera estaba a punto de comenzar. Los perfiles de los participantes aparecieron en las pantallas gigantes. Entonces, de repente, Alex se quedó paralizado.
Allí, en el décimo grupo, estaba Night.
La expresión de Alex cambió en un instante. La bravuconería arrogante desapareció, sustituida por una calma inquietante. Sin decir nada más, giró su caballo y se alejó, reservando sus energías para la final.
«Night, más te vale ganar esta ronda. Si no, no mereces mi tiempo», murmuró Alex.
Brenna se subió a su caballo con facilidad y se colocó en la línea de salida junto a los otros nueve jinetes.
Isabella, por su parte, se subió torpemente a la silla. Su torpeza provocó las risas del público.
Con la cara ardiendo de vergüenza, se volvió hacia Jordy y le murmuró: «Jordy, se están riendo de mí».
Jordy también se sintió avergonzado. Sintió una punzada de arrepentimiento. De repente, dejar que Isabella compitiera no le parecía tan buena idea.
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