La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 798
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Capítulo 798:
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En el momento en que esta información se hiciera pública, todos en Shirie la mirarían con desprecio.
Austen tenía el presentimiento de que Ernst le ocultaba algo, pero sabía que Ernst no le diría todo.
—Señor Harper, ¿está completamente seguro de esto? —preguntó.
Algo le decía que Ernst podría arrepentirse de esta decisión en el futuro. Rosie solía ser una habitual en la oficina de Ernst, y todos en la empresa sabían lo mucho que él la apreciaba. Ahora que las cosas habían llegado a este punto, Austen sintió la necesidad de volver a comprobarlo.
¿Y si Ernst acababa arrepintiéndose?
—Sí —dijo Ernst—. Ella fue quien sacó a relucir el pasado y trató de manchar el nombre de los Harper. Si ese es el juego al que quiere jugar, entonces está bien, no me detendré.
Rosie se aplicó el pintalabios con cuidado, admirando con los ojos el reflejo impecable que le devolvía el espejo.
En la sala de estar, Maxley miró el teléfono, que se iluminó de nuevo y luego se apagó, con una leve sonrisa en los labios.
Tres llamadas seguidas de Ernst: tenía que estar intentando hacer las paces. Estaba claro que la familia Harper estaba empezando a sudar.
Entró en el cuarto de baño y rodeó a Rosie por detrás con los brazos. —Rosie, tu plan ha sido genial. Ernst ya me ha llamado tres veces para intentar arreglar las cosas.
Rosie se giró entre sus brazos y entrelazó los brazos detrás de su cuello. —No te molestes con él. A la familia Harper le importa más las apariencias que nada. Cuando fui a por las acciones del Grupo Harper, ni siquiera se atrevieron a decirle al público lo que había pasado realmente. Me odian, claro, pero aún así protegieron mi imagen para proteger la suya.
A continuación, trazó lentos círculos sobre su camisa con un dedo. —Por eso tengo al Grupo Harper justo donde quiero. Se rendirán. No tienen otra opción.
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Maxley asintió y le dio un suave beso en la mejilla. —Cariño, eres la mujer más inteligente que conozco. ¿Qué quieres hacer hoy?
Rosie se enganchó a su brazo y se adelantó. —Vamos al concierto de Dalton. Podemos sorprender a la familia Harper con esto.
Maxley cogió con naturalidad el bolso y el teléfono del reposabrazos, guardó el teléfono en el bolso y salió de la casa con Rosie.
Mientras el coche se alejaba, se sentaron uno al lado del otro en el asiento trasero y discutieron en voz baja los detalles de su próximo movimiento.
La confianza iluminó el rostro de Rosie. —Dalton es un icono nacional. Esta noche, ese estadio estará repleto de unos ochenta mil fans. Quiero airear los trapos sucios de la familia Harper delante de ellos, y sus fans se volverán contra él. Dejemos que su reputación se derrumbe junto con la de la familia Harper. Eso es lo que se merecen por rechazar mis demandas.
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