La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 79
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Capítulo 79:
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Jordy dio un paso adelante. Sus ojos se iluminaron con admiración al contemplar de cerca a las tres mujeres que tenía delante. Su elegancia, su refinada belleza y su porte denotaban que pertenecían a la élite.
Si pudiera conquistar a solo una de ellas, su vida cambiaría de la noche a la mañana. Ganaría riqueza, influencia y un lugar entre la clase alta. Pero la realidad se impuso con la misma rapidez. Sabía que no era digno de estar con ninguna de las tres mujeres. Por eso no tenía intención de cortejarlas. Ocultando su admiración, extendió la mano hacia ellas para estrechárselas.
Brenna eligió un caballo nuevo, uno que nunca había competido antes. Era un caballo bayo y elegante, aunque no tan dócil como el de Ethan.
—Me quedo con este —dijo Brenna.
El asistente sonrió y le llevó el caballo. —Tienes buen ojo. Los caballos campeones son más fiables, pero los nuevos tienen un potencial sin explotar. ¡Mucha suerte!
Mientras Brenna guiaba al caballo hacia fuera, el rugido de la multitud la golpeó. Los vítores se intensificaron, haciéndose más fuertes con cada vuelta.
Se volvió hacia la pista de carreras. Un jinete montado en un impresionante caballo blanco se adelantó, dejando atrás a los demás.
El jinete, un extranjero, se movía con un equilibrio perfecto mientras el caballo pasaba a toda velocidad junto a Brenna. Era Alex.
—¡Guau, Alex! —gritó Isabella mientras agitaba los brazos con entusiasmo—. ¡Jordy, es mi jinete favorito! No puedo creer que hoy compita junto a él. ¡Qué honor! —Saltaba sobre sus talones, incapaz de contener su emoción.
Brenna le lanzó una mirada de desprecio.
La multitud estaba electrizada. No era solo Isabella. Alex tenía una legión de fans.
La gente estaba de pie, gritando y agitando banderas de Orwall.
La imagen de Alex iluminaba las enormes pantallas electrónicas que rodeaban el recinto. Momentos después, las clasificaciones actualizadas de la carrera aparecieron en ellas, lo que provocó un frenesí aún mayor entre la multitud.
En solo unos minutos, Alex se había asegurado el primer puesto en el noveno grupo sin sudar ni una gota. Si ganaba la final, sería el campeón del día.
En cuanto terminó la carrera, una oleada de gente se apresuró a apostar por Alex. Su popularidad estaba por las nubes. Incluso Isabella aumentó su apuesta.
Tras cruzar la línea de meta, Alex dio una vuelta de honor por el estadio. Entonces, sin previo aviso, le arrebató un megáfono a un miembro del personal y gritó: «¡Idiotas! ¡Idiotas!». A continuación, empezó a hacer gestos obscenos a la multitud.
El ambiente cambió en un instante. Los vítores de antes se disiparon y se convirtieron en un murmullo inquieto. La gente señalaba a Alex con el rostro desencajado por la indignación. ¿Cómo se atrevía a insultar a sus fans de Belden?
¡Era indignante!
«¡Night, sal!», se burló Alex, ignorando la creciente hostilidad hacia él. «¡Night, sal! ¡No seas un cobarde!».
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