La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 748
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Capítulo 748:
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«Minna, Brenna, venid aquí. Quiero hablar con vosotras», llamó Belén.
Minna, que estaba preparando verduras para la comida, se detuvo, se lavó las manos y se acercó a Belén.
El comportamiento de Minna era notablemente cálido, mucho más animado y afectuoso hacia Belén que Brenna. Le tomó la mano con entusiasmo. —Estoy preparando algunos platos para ti. Soy buena cocinera, seguro que te gustarán.
Belen se rió con ganas. —No hay prisa. Es raro que mis dos nietos hayan encontrado pareja. Como abuela, quiero expresar mi alegría. He preparado un regalo para cada uno de vosotros.
Brenna intercambió una mirada con Ethan, quien negó sutilmente con la cabeza. Él estaba tan despistado como ella sobre cuándo Minna y Kenny habían empezado a salir. Pero era obvio que era la realidad, ya que Belén lo había dicho.
Brenna observó a Minna, que parecía completamente relajada, aún sosteniendo la mano de Belén con auténtico cariño.
—No hace falta ningún regalo. Elsa ya me ha dado un regalo de compromiso.
La sorpresa de Brenna se intensificó. ¿Minna y Kenny ya estaban comprometidos? Sus ojos se posaron en la mano de Minna, donde brillaba un anillo de diamantes de tamaño considerable.
Kenny llevaba uno a juego.
Estaban realmente comprometidos.
Sin embargo, la actitud distante de Kenny hacia Minna sugería que no estaba realmente interesado en ella. Mientras los pensamientos de Brenna se arremolinaban, Belén sacó de detrás de ella dos cajas de joyería idénticas de terciopelo rojo, del tipo que se suele utilizar para joyas de alta gama.
«¡Una para cada una!», dijo Belén con una sonrisa radiante, entregándoles las cajas a Brenna y Minna.
Brenna abrió la suya de inmediato, revelando un pesado brazalete de oro en su interior. «Gracias, Belén».
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Minna, sin embargo, dudó. Creía que abrir un regalo delante de todos era de mala educación.
Le preocupaba que el regalo de Belén fuera menos valioso que el que le había dado a Brenna. Si era así, abrirlo sería embarazoso tanto para ella como para Belén.
Se quedó mirando la caja, perdida en sus preocupaciones.
Pero Brenna, con su naturaleza sincera, ya había abierto el suyo, y el rostro de Belén se iluminó, con los ojos llenos de alegría. «¿Te gusta?».
Brenna sonrió ampliamente. «Me encanta. Muchas gracias».
Minna vio el grueso brazalete de oro, claramente caro. Probablemente valía decenas de miles.
A regañadientes, abrió su caja y encontró un brazalete de oro idéntico. Exhaló aliviada. —Es precioso. Espero que no te haya costado mucho.
«No te preocupes. Regalarte cosas me hace feliz», respondió Belén.
De hecho, Belén no había pagado los regalos. Se los había pedido a su hijo, y él ni se le habría ocurrido cobrarle.
Ella le había pedido específicamente dos brazaletes idénticos de oro macizo, y él se lo había conseguido.
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