La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 676
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Capítulo 676:
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Brenna deslizó perezosamente el dedo por la pantalla de su teléfono, su atención atraída por un nuevo mensaje de Ethan. Le decía que no debía ceder ante su madre. Que podía pelear con ella. Incluso le prometió una recompensa si salía victoriosa.
Al parecer, él también discutía a menudo con su madre.
Una risita se escapó de los labios de Brenna. Ethan no tenía filtro, y esa franqueza tan directa la divertía. Estaba claro que alguien ya le había contado lo que había pasado.
Sabiendo que contaba con su apoyo, Brenna se sintió aún más tranquila con lo que estaba a punto de hacer.
Elsa y Minna la vieron sonreír y lo malinterpretaron. A ellas les pareció una burla.
Minna pensaba que Elsa debía quedarse al margen de este conflicto, sobre todo teniendo en cuenta su cargo de profesora en la Universidad de Shirie y su pasado como una de las cantantes más famosas de Vanland.
Así que Minna tomó la iniciativa de enfrentarse a Brenna y le preguntó con tono severo: «¿Por qué sonríes así?».
Intentó dominar el momento, esperando que su voz bastara para intimidar a Brenna. En su mente, el volumen significaba la victoria. De hecho, incluso los empleados que estaban fuera la oyeron.
Preocupada por cómo podrían desarrollarse los acontecimientos, Greta se escabulló a la sala de descanso. Dijo que prepararía café para los invitados, pero estaba claro que solo necesitaba una excusa para entrar y ver qué pasaba. Tommy, que trabajaba al lado, se le adelantó. Entró en la oficina con una carpeta en la mano, sintiendo ya la tensión en el aire.
Tommy no estaba muy preocupado por Brenna. Sabía que ella podía defenderse sola. Lo que le inquietaba era la idea de que Elsa y Minna se metieran en problemas. En todo caso, eran ellas las que necesitaban protección allí, no al revés.
En cuanto Tommy cruzó la puerta, Elsa giró la cabeza hacia él. —¿Quién te ha dejado entrar? ¡Fuera!
A sus ojos, aquel era el edificio de la empresa de su hijo y, por extensión, ella tenía la última palabra. Decidir quién se quedaba y quién se iba era su derecho.
Tommy no se inmutó. Cruzó la habitación sin decir una palabra.
—Tengo un documento que necesita tu firma, Brenna. —Dejó la carpeta sobre la mesa y se quedó donde estaba, mirando fijamente a Elsa y Minna sin mostrar el más mínimo atisbo de miedo.
El rostro de Elsa se ensombreció. —¡Te estoy hablando! ¿Estás sordo? ¡He dicho que te vayas!
Minna dio un paso adelante, decidida a sacar a Tommy ella misma.
Pero Tommy no se movió. Tenía un físico que delataba largas horas en el gimnasio y, aunque sus ojos se agudizaron, su expresión se mantuvo tranquila. —Sra. Davies, esto es el Night Studio, no el Mitchell Group. Le conviene controlar su comportamiento. Si se pasa de la raya, no espere que siga siendo educado.
La mirada de Tommy inquietó a Minna más de lo que quería admitir. Se quedó paralizada, y la audacia desapareció de su postura. —La señora Mitchell es la madre del señor Mitchell —dijo con voz tensa—. Lo que ella dice tiene autoridad. Si te dice que te vayas, debes irte. Y debes llevarte a Brenna contigo.
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