La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 654
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Capítulo 654:
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Ni siquiera encontraba a nadie en quien descargar su ira.
En ese momento, el ascensor sonó suavemente y las puertas se abrieron. Ethan, Brenna y Patrick salieron juntos. Patrick caminaba entre ellos, cogidos de la mano. Parecían una familia.
La imagen hizo que a Minna le hirviera la sangre.
Ethan se volvió hacia Brenna con voz tranquila. —¿Ya has elegido piso?
Los ojos de Brenna y Minna se cruzaron durante una fracción de segundo: los de Minna rebosaban malicia, los de Brenna, calma. Brenna se encogió de hombros con indiferencia y respondió: —Da igual. Yo elijo el piso 58.
Ethan esbozó una cálida sonrisa. —¿Por qué no trasladas tu oficina a la planta 99? Podríamos trabajar juntos.
Brenna arqueó una ceja y le lanzó una mirada de reojo. —Si estamos juntos las 24 horas del día, nos hartaremos el uno del otro en poco tiempo. Probablemente sea mejor tener un poco de espacio.
Los tres salieron del ascensor. Brenna echó un vistazo al diseño de la planta, reorganizando mentalmente los muebles y trazando su distribución ideal.
En ese momento, sonó el teléfono de Brenna. Se dirigió hacia la ventana para contestar la llamada.
Aprovechando la oportunidad, Minna entró en acción. Cojeando, se acercó a Ethan con un esfuerzo exagerado y gimiendo teatralmente: —Señor Mitchell, me he torcido el tobillo. Me duele mucho.
Había pasado por un entrenamiento militar y había soportado lesiones peores sin pestañear. Pero esto no se trataba de dolor, sino de orgullo y perseverancia. Los hombres como Ethan no se presentaban dos veces, y ella quería hacer todo lo posible por conquistar su corazón.
Antes de que Ethan pudiera responder, Patrick le tiró de la manga y lo miró con ojos inocentes y muy abiertos. «Si realmente está herida —dijo en voz alta—, ¿no debería ir al hospital o algo así? ¿Por qué acude a usted en busca de ayuda?».
Sus palabras atravesaron el aire con brutal claridad. Las mejillas de Minna se sonrojaron profundamente, la humillación hería bajo su piel. Ya era bastante malo ser ridiculizada por sus colegas, pero ahora, ¿incluso un niño pequeño se atrevía a burlarse de ella?
Le lanzó una mirada fulminante a Patrick. Pero cuando lo observó detenidamente, con su pelo perfectamente peinado y su ropa cara, un pensamiento atrevido y ridículo se apoderó de ella. ¿Era este niño el hijo ilegítimo de Ethan?
Pensando eso, se contuvo y no regañó a Patrick.
—Señor Mitchell, por favor, ayúdeme —dijo con voz quebrada por la desesperación—. Me duele mucho el tobillo.
Ethan ni siquiera la miró. En cambio, respondió a la pregunta anterior de Patrick con indolente indiferencia: —Es una secretaria que movió los hilos para entrar en la empresa. Ahora está intentando lanzarse a mis brazos.
Lo dijo sin rodeos, sin importarle que Minna pudiera oírlo.
Estaba claramente humillándola.
Las mejillas de Minna se sonrojaron. Se detuvo a pocos pasos de Ethan, abatida por la humillación.
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