La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 652
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Capítulo 652:
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Alani soltó una risita. Conocía muy bien las travesuras de Minna. «No te preocupes, Minna solo está montando un drama», dijo.
Pero Martha seguía preocupada. Aquel grito había sonado realmente angustioso. Como jefa del equipo de limpieza, sentía que debía hacer algo. Se preocupaba por la gente y siempre estaba dispuesta a ayudar cuando alguien lo necesitaba.
«Echaré un vistazo rápido», dijo, entrando en el baño. El baño tenía varios cubículos y Martha no conseguía localizar en cuál estaba Minna. «¿Va todo bien ahí dentro?», preguntó.
En uno de los cubículos, Minna estaba esperando, con su plan ya en marcha. Se sentó teatralmente en el inodoro, agarrándose el tobillo en una pose dramática. Estaba apostando a que Ethan se preocupaba por ella, aunque fuera un poco.
Como director general de la empresa, ¿no iría al menos a ver cómo estaba una empleada que se había lesionado en el trabajo?
En la mente de Minna, si Ethan irrumpía en el baño de mujeres, aunque fuera por simple preocupación por una empleada, eso demostraría que no era del todo indiferente hacia ella.
Al oír pasos, las esperanzas de Minna se encendieron. Aunque no fuera Ethan, esa persona podría ir a buscarlo.
—Estoy aquí —gritó.
Martha siguió la voz y encontró a Minna agarrándose el tobillo, que parecía hinchado.
—Oh, Dios mío —exclamó Martha—. ¿Qué ha pasado? ¿Es grave?
Los ojos de Minna se desviaron de Martha, buscando a Ethan, pero no lo vio por ninguna parte. Tampoco había ninguna otra secretaria ni limpiadora.
La frustración y la amargura se agitaron en su interior. ¿Nadie había oído sus gritos? ¿Cómo podían ser tan fríos sus compañeros de trabajo como para ni siquiera ver cómo estaba? Especialmente Alani, que compartía oficina con ella. ¿Cómo podía ser tan insensible?
El resentimiento de Minna hacia Alani se intensificó.
También menospreciaba a Martha. Creía que Martha parecía ordenada y competente, pero hacía un trabajo tan humilde como limpiar.
El tono de Minna se volvió agudo e impaciente. —Estoy bien. Solo me torcí el tobillo por accidente. ¿Puedes ir a buscar al Sr. Mitchell?
Martha parpadeó, desconcertada. Minna parecía una persona inteligente, pero su petición era completamente ridícula.
—Este es el baño de mujeres. No es apropiado que el Sr. Mitchell entre aquí —dijo Martha.
En su interior, vio la verdad. Se daba cuenta de que Minna lo estaba haciendo a propósito.
No era de extrañar que Alani le hubiera dicho antes que ignorara a Minna.
Minna, sin inmutarse, exageró su expresión de dolor, convencida de que cuanto más lastimera pareciera, más querrían ayudarla los demás. «¡No pasa nada! La madre del Sr. Mitchell ya me ve como su futura nuera. Solo tienes que pedirle al Sr. Mitchell que venga y él lo hará. ¡Date prisa!», dijo.
Martha casi se echó a reír ante lo absurdo de la situación. Esa chica estaba delirando. Esperaba que el director general irrumpiera en el baño de mujeres para rescatarla.
Aun así, Martha se mantuvo firme en su amabilidad. Mantuvo un tono suave. «Vamos a sacarte de aquí primero. Hay un botiquín en el edificio con pomada y vendas. Te llevaré allí».
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