La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 587
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Capítulo 587:
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La pregunta quedó flotando en el aire, con su mente aún aturdida. Forzar cerraduras…
Forzar cerraduras era una habilidad típicamente reservada a los ladrones. ¿Cómo demonios sabía Brenna hacerlo?
Brenna se burló. —¿Has olvidado lo que estudié en la escuela? Me especialicé en diseño mecánico. La estructura de esas esposas es básica. Abrirlas fue un juego de niños. Podría forzar una caja fuerte con la misma facilidad.
Sacudió la cabeza con leve exasperación—. Con tu nivel de estupidez, nunca debiste haberte cruzado en mi camino. Deja de sobreestimarte.
Ethan dio un paso adelante, con expresión fría, y apuntó con la pistola a Rosie. Dado su historial de manipulación, sabía que no debía confiar en ella.
Brenna, haciendo girar la aguja de acero sin esfuerzo entre sus dedos, se acercó a Ethan y le desbloqueó las esposas con un movimiento fluido.
Ethan la miró con auténtica admiración. —Realmente puedes hacerlo todo. Parece que no hay nada en este mundo que pueda detenerte. ¿También puedes abrir cerraduras electrónicas?
Brenna asintió con indiferencia. —Puedo, aunque me cuesta un poco más.
Ethan volvió a mirar a Rosie, con evidente repugnancia. —¿Deberíamos matarla?
Brenna respondió con serena certeza. —No. Es la única hija de mi tío.
Más allá de la ventana, se alzaba un colosal buque de guerra que surcaba las olas con amenazante precisión. Varias lanchas rápidas, veloces como flechas disparadas por un arco, se abalanzaron hacia la embarcación en la que viajaban Ethan y Brenna. Soldados vestidos con trajes de camuflaje se alzaron a bordo, con los rifles en alto, disparando contra el barco sin la menor vacilación.
Ethan y Brenna aún no habían distinguido la bandera de qué país enarbolaban las lanchas cuando se produjo ante ellos un espectáculo espantoso y repentino: los guardaespaldas de rostro adusto apostados en el exterior fueron abatidos a tiros uno tras otro, y la sangre y la materia cerebral salpicaron grotescamente el cristal. La escena era escalofriante.
Este enfoque de «disparar primero y preguntar después» llevaba el sello de la implacable eficiencia militar.
La repentina descarga hizo que Ethan y Brenna se tiraran al suelo, con el corazón latiendo a toda velocidad. Se dieron cuenta de lo cerca que habían estado de la muerte: si hubieran dudado un segundo más, habrían acabado acribillados. Afortunadamente, las paredes de la cabina resistieron; aunque a primera vista los soldados parecían imprudentes, su precisión no era en absoluto aleatoria.
Solo después de que los soldados condujeran a Thiago y Neville al interior de la cabaña, Ethan y Brenna se atrevieron a levantarse del suelo.
El rostro de Neville estaba marcado por la culpa. Tenía el pelo chamuscado y la piel cubierta de quemaduras visibles. Ignorando el dolor, corrió hacia Ethan con urgencia en cada movimiento.
—Jefe, lo siento. El equipo de seguridad y yo fuimos drogados. Cuando nos dimos cuenta de que estaban en peligro, ya era demasiado tarde.
Ethan, al ver las quemaduras en el rostro de Neville, sintió que su ira se disipaba. Ya no podía culpar a Neville por el retraso; en cambio, sintió una punzada de culpa. Si Brenna no hubiera insistido en salvar a todos, tal vez nunca habría tenido la oportunidad de rescatar a Neville y a los demás.
—Estoy bien —dijo Ethan en voz baja—. Deberías hacer que te curen las heridas.
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