La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 584
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Capítulo 584:
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Se apoyó casualmente contra el sofá, con el brazo sobre el respaldo detrás de Edward, en una pose que parecía extrañamente forzada.
—¿Por fin despierta, Brenna? —La voz de Rosie cortó el aire, cargada de veneno—. Como somos familia, te daré el privilegio de decir tus últimas palabras.
Brenna la miró desconcertada. ¿Por qué Rosie se había aliado con Edward? ¿Era por desesperación? ¿Por supervivencia?
Con tranquila rebeldía, Brenna respondió
«Quizá deberías empezar a pensar en tus últimas palabras».
Rosie estalló al instante. Se abalanzó sobre Brenna y le propinó una rápida patada en el estómago.
«¡No te atrevas a contestar!», espetó.
Consumida por la rabia, Rosie agarró a Brenna por el pelo y levantó la mano para golpearla.
Los ojos de Ethan ardían de furia cuando le propinó una poderosa patada que hizo que Rosie se estrellara contra el suelo.
No esperaba que él golpeara con tanta fuerza, especialmente estando esposado. Un grito agudo escapó de sus labios cuando su cabeza chocó contra la ventana de cristal, dejando grietas visibles en su superficie. Un dolor abrasador le atravesó el cráneo. Cuando instintivamente se llevó las manos a la cabeza, sus dedos quedaron manchados de sangre.
—¡Ethan! —gritó, con la voz cargada de furia. Luego, con una promesa venenosa, añadió—: Si abandonas a Brenna y decides casarte conmigo, no dejaré que mueras.
Incluso en medio del caos, no pudo resistirse a hacer un último intento desesperado por ganarse su afecto.
Ethan se burló. —Mi vida no es asunto tuyo. Deberías centrarte en salvar la tuya.
Brenna sintió una oleada de emoción. A pesar de estar atado y en peligro, Ethan se había levantado para protegerla. Su altruismo la conmovió profundamente. No le había importado recibir algunos golpes, pero saber que él había intervenido por ella significaba más de lo que las palabras podían expresar.
—Señor Ward, es tan arrogante —se quejó Rosie mientras cojeaba hacia Edward, fingiendo estar herida mientras se aferraba a él.
Edward golpeó el suelo con su bastón metálico, una vez, dos veces. Cada golpe resonó siniestramente en la habitación, una orden silenciosa que no necesitaba palabras.
Los guardaespaldas vestidos de negro rodearon a Ethan y le lanzaron una lluvia de puñetazos y patadas sin piedad. Pronto yacía tendido en el suelo, maltrecho y apenas capaz de moverse. Pero incluso a través del dolor, sus ojos buscaban a Brenna. Verla ilesa le dio fuerzas. Mientras ella estuviera a salvo, él podría soportar cualquier cosa.
Sus miradas se cruzaron. En ese breve instante, no hicieron falta palabras: se produjo un intercambio silencioso de complicidad entre ellos. La mirada de Ethan se posó en el collar que le había regalado, que aún brillaba alrededor de su cuello. Si Neville no se hubiera metido en problemas, estaría siguiéndoles la pista. La ayuda estaba en camino. Ahora, Ethan solo tenía que ganar tiempo.
Rosie se quedó mirando, con el corazón en un torbellino de frustración y añoranza. Esperaba que Ethan suplicara clemencia, quizá no a ella, pero al menos a Edward. Incluso se había preparado para hablar en su nombre.
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