La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 580
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Capítulo 580:
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«¡Por allí, rápido!».
Entendiendo su urgencia, Ethan se apresuró hacia la puerta contigua, con su tarjeta en la mano. Cuando se abrió la puerta, se encontró con una escena espantosa: la habitación estaba envuelta en llamas. El fuego bailaba violentamente sobre los muebles y las almohadas ardían siniestramente. En medio del caos, Joe yacía dormido.
Ethan no dudó. Agarró una botella de agua que había cerca y se la echó en la cara a Joe, despertándolo de golpe.
Joe estalló en un ataque de tos, abriendo los ojos con horror al contemplar la pesadilla ardiente que lo rodeaba.
Buscó su ropa, pero solo vio el pequeño sofá donde la había dejado, completamente consumido por las llamas.
Se dio cuenta de la cruda realidad: si no hubiera sido por la oportuna intervención de Ethan, podría haber muerto en el incendio.
Con el fuego extendiéndose rápidamente, la urgencia se impuso a la gratitud. Joe corrió hacia el armario, al que las llamas aún no habían llegado, cogió algo de ropa y salió apresuradamente con Ethan.
Ethan pasó rápidamente a la habitación contigua y utilizó el mismo método para despertar a Tommy, que dormía profundamente.
Cuando regresaron al pasillo, Brenna y Thiago ya estaban allí, con el rostro marcado por la ansiedad.
Ethan levantó la vista hacia el techo y frunció el ceño al fijarse en el sistema contra incendios, que permanecía inquietantemente inactivo. Su instinto le dijo que alguien lo había manipulado.
Cuando se construyó el Empire Hotel, sus arquitectos prestaron especial atención a la seguridad contra incendios e instalaron un avanzado sistema de detección en los techos. En teoría, en cuanto se detectaban las llamas, el sistema se activaba y rociaba la zona con agua para extinguir el fuego.
Pero ahora, incluso con las llamas lamiendo las paredes y la moqueta reducida a cenizas, el sistema permanecía inquietantemente silencioso.
Algo iba muy mal.
Los agudos ojos de Ethan se dirigieron hacia el panel de alarma montado en la pared. Conocía cada centímetro de su hotel como la palma de su mano. Con un incendio tan intenso, las alarmas deberían estar sonando a todo volumen. El hecho de que no lo hicieran no hacía más que confirmar su peor temor: no se trataba de un accidente. Alguien había saboteado deliberadamente el sistema.
Volviéndose hacia Brenna, le agarró la mano con fuerza, con urgencia en su voz.
—Brenna, tenías razón. No podemos pensar solo en salir de aquí. Este es mi hotel, mi responsabilidad. No puedo dejar a todo el mundo atrás. Vete tú primero. No te preocupes por mí. Voy a activar manualmente la alarma y el sistema de control de incendios.
Brenna negó con la cabeza.
—¡No! ¡Voy contigo!
Sin dudarlo, Ethan empujó a Brenna hacia Thiago, que dio un paso atrás al cogerla. La voz de Ethan era firme, sin dejar lugar a discusiones.
—Cuida de ella.
En ese momento, la percepción que Brenna tenía de Ethan cambió. Hacía unos instantes, creía que solo se preocupaba por sí mismo. Ahora sabía que no era cierto.
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