La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 576
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Capítulo 576:
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Dos guardias se movieron rápidamente, agarraron a Rosie y la arrastraron fuera sin mostrar ningún respeto.
Lo primero que pensó Rosie fue que no podía perder la oportunidad de convertirse en la esposa de Maxley.
«¡Alteza, me prometió que me haría su esposa!», exclamó.
Las personas a su alrededor solo negaron con la cabeza al oír sus palabras. Algunas la miraron con frialdad, asegurándose de recordar su rostro para poder evitarla en cualquier trato comercial futuro.
Aún furiosa por haber sido expulsada, Rosie maldijo a Brenna durante lo que le pareció una eternidad, hasta que finalmente su ira se calmó.
Después de pensarlo detenidamente, se dio cuenta de que Brenna había arruinado su plan cuidadosamente elaborado. Y no podía permitir que Brenna se saliera con la suya.
Cogió su teléfono y marcó rápidamente el número de Jade.
Pero nadie respondió.
La frustración de Rosie llegó al límite.
«¿Qué demonios está pasando? ¿Desaparecer en el peor momento posible? ¡Contesta el maldito teléfono!».
Finalmente, se rindió tras varios intentos con el mismo resultado frustrante. Sabía dónde vivía Jade en Plieca y decidió ir a verla.
Ahora que había ofendido profundamente a Brenna, la situación se había salido de control. Si Brenna regresaba a Vanland, Rosie sabía sin lugar a dudas que ya no podría permanecer en la familia Harper.
Por lo tanto, creía que tenía que matar a Brenna allí mismo.
Si hubiera conseguido convertirse en la esposa de Maxley, habría podido presumir ante la familia Harper durante algún tiempo. Pero ahora, Maxley la había abandonado y, además, se había ganado la enemistad de Brenna, lo que la dejaba sin otra opción que llevar una vida miserable.
Se negaba a aceptar ese destino.
Decidida, llamó a un taxi y se dirigió directamente a la residencia de Jade. Para sorpresa de Rosie, había más guardaespaldas de lo habitual apostados fuera. Todos tenían expresiones severas y estaban tensos, como si hubiera ocurrido algo grave.
Rosie intentó hablar con los guardias, que tenían el rostro impasible, pero estos la ignoraron. Cuando intentó entrar por la fuerza, los guardaespaldas le bloquearon el paso y la empujaron hacia atrás.
—Señorita Hewitt, soy yo, Rosie. ¡Tengo información sobre Brenna! —gritó Rosie, esperando llamar la atención de Jade.
En ese momento, Jade era su única esperanza para lidiar con Brenna.
Gritó durante lo que le pareció una eternidad, pero Jade no apareció. Negándose a rendirse, siguió gritando.
Por fin, un hombre de mediana edad salió de la casa.
—La señorita Hewitt ya está muerta. Debería irse.
Rosie se quedó paralizada.
—¿Qué?
La idea de perder a su única aliada la invadió con una oleada de incredulidad.
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