La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 538
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Capítulo 538:
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La preocupación manifiesta de la familia por las iniciativas de Brenna era evidente. Shepard incluso propuso reasignar los activos del Grupo Harper para apoyarla. En medio de todo esto, el creciente descontento de Rosie pasó desapercibido, dejándola profundamente frustrada.
En el complejo residencial militar, Ethan detuvo su lujoso Rolls-Royce en la puerta, con expresión de resignación.
Con mano experta, se ajustó la corbata de seda en el reflejo del espejo retrovisor, comprobando meticulosamente su aspecto. Con cuidado, cogió un ramo de delicados lisianthus azules y varias bolsas de papel cuidadosamente envueltas del asiento del copiloto antes de salir.
El Rolls-Royce, con su imponente presencia y su brillante acabado, era una imagen poco habitual en el complejo. La familia de Ethan solía rechazar las ostentosas muestras de riqueza, lo que le obligaba a reservar el coche solo para ocasiones especiales. Sin embargo, hoy…
Ante la insistencia de Elsa, había conducido el lujoso vehículo, desconcertado por sus inusuales peticiones, tanto del coche como de una variedad de regalos.
Unos días antes, había molestado a Elsa durante la celebración del cumpleaños de Amy y, al volver a casa, la había enfadado aún más. Había estado pensando en cómo compensarla.
Ahora, con la oportunidad de limar asperezas, estaba ansioso por aprovecharla, a pesar de que la situación le resultaba desconcertante.
Sus padres, que normalmente eran indiferentes a este tipo de gestos, habían expresado su deseo específico de recibir flores y dulces ese día. Para asegurarse de elegir lo adecuado, Ethan había visitado personalmente una floristería local y había consultado con el personal para seleccionar los lisianthus perfectos.
Los postres suponían un reto mayor. Como no estaba seguro de los gustos de sus padres, había seguido las recomendaciones del personal de la pastelería y había elegido una selección de dulces menos azucarados, pensando en lo que podría gustar a un paladar más maduro. Su selección era generosa: un surtido de galletas gourmet por valor de cien dólares, porciones de pasteles ricos, galletas de chocolate decadentes y una variedad de postres diseñados para deleitar el paladar con sabores desconocidos.
Con todo en la mano, Ethan se acercó a la casa. Se detuvo un momento en la puerta, ordenando sus pensamientos antes de llamar en voz alta: «Mamá, papá, ya llegué».
Normalmente, sus padres no salían a recibirlo, pero hoy Elsa apareció en la puerta con una sonrisa radiante, muy diferente a la expresión exasperada que solía poner cuando lo veía.
Elsa lucía un vestido que le caía con elegancia.
—Mamá, ¿qué se celebra hoy? ¡Y ese vestido! Estás preciosa, te quita diez años fácilmente —dijo Ethan, con palabras que rebosaban admiración genuina y un toque de encanto juguetón.
Cuando Ethan entró, su mirada se posó en una joven sentada en el sofá del salón. Llevaba un vestido beige sencillo, y su aspecto se veía realzado por un maquillaje sutil y un toque de pintalabios, que le conferían una belleza tranquila.
Le dedicó a Ethan una sonrisa cortés, con voz suave pero clara. «Encantada de conocerle, señor Mitchell».
Ethan notó la admiración y la sorpresa en sus ojos.
Su sonrisa instintiva se desvaneció y se convirtió en una expresión más cautelosa y fría. «Hola», respondió con tono seco.
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