La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 505
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Capítulo 505:
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Brenna asintió con la cabeza y se quitó el casco con la elegancia de una campeona.
En ese momento, Rosie se acercó apresurada, visiblemente nerviosa. «¡Ethan! Jade está gravemente herida. Tiene laceraciones en la cara que pueden dejarle cicatrices permanentes. ¡Tienes que ir a verla ahora mismo!».
Ethan se volvió hacia ella con frialdad. —¿Por qué debería importarme ella?
Rosie parpadeó, confundida. —Pero creía que tú y la señorita Hewitt eran amigos. Ella te ha confesado sus sentimientos varias veces…
Luego miró a Brenna y le explicó: —Brenna, no lo malinterpretes. Ethan y la señorita Hewitt tienen una larga historia. Su vínculo no se limita a que ella le ayudara una vez. Solían ser muy amigos.
Rosie había crecido en los mismos círculos sociales que Ethan. Aunque sus caminos solo se cruzaban ocasionalmente, esas interacciones siempre habían eclipsado los encuentros de Brenna con él. Esto le daba a Rosie la confianza de que entendía a Ethan mejor que Brenna.
La reputación de Ethan por su distanciamiento emocional era bien conocida; navegaba por las decisiones de la vida sin el compás de los sentimientos, sin mostrar nunca interés romántico por ninguna mujer.
Rosie se había convencido a sí misma de que la decisión de Ethan de estar con Brenna era puramente calculada. Como hija de la familia Harper, Brenna tenía un valor estratégico que Rosie, una simple sobrina de la pareja, nunca podría igualar.
Esta revelación le proporcionó a Rosie una extraña sensación de paz. Creía que Ethan no amaba a Brenna; su relación con ella no era más que una astuta evaluación de los beneficios.
Siguiendo la misma lógica, el poder de Jade eclipsaba por completo al de Brenna. La balanza de la ventaja se había inclinado decisivamente a favor de Jade.
Rosie creía que la indiferencia de Ethan era solo una actuación. «Después de todo lo que Jade ha hecho por ti», le dijo, «¿de verdad vas a ser tan frío con ella? ¿Ni siquiera la visitas mientras está herida? ¿No te parece un poco cruel?».
Ethan asintió con la cabeza, sin decir nada. Tenía algo que decirle a Jade. Hacía tiempo que debía rendirle cuentas por el ataque a Brenna.
—Muy bien —dijo con voz gélida—. Iré a visitarla.
Se volvió hacia Brenna y su mirada se suavizó—. ¿Vamos juntos?
Brenna asintió con determinación. Ella también tenía cosas que decirle a Jade.
Juntos se dirigieron al hospital.
Las lesiones de Jade ofrecían un panorama desolador: los ligamentos de sus extremidades estaban distendidos, tenía abrasiones en la cara que se extendían desde los pómulos hasta la mandíbula y violentos moretones alrededor de los huesos orbitales. Daba pena verla.
—Ethan, al fin y al cabo sí te importo —dijo Jade, restándose las heridas con un gesto. Creía que se recuperaría en una semana.
Su radiante sonrisa al ver a Ethan se apagó en cuanto Brenna entró en escena. Su expresión se transformó en hostilidad letal—. ¿Qué haces aquí?
Instintivamente, Jade buscó un arma, pero recordó que en Vanland los civiles tenían prohibido llevar armas de fuego. Mirando a Brenna con odio, se enfureció, convencida de que Brenna había venido a ajustar cuentas.
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