La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 502
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Capítulo 502:
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Cuando se inclinó para ver más de cerca, Jade le bloqueó el paso con una postura firme. «¿Por qué miras mi coche?».
Jade sabía que la destreza mecánica de Brenna podía descifrar fácilmente cualquier modificación no autorizada.
«Nos vemos en la pista», dijo Brenna, girándose hacia su propio vehículo.
Jade vio a Brenna dirigirse hacia la zona donde estaba aparcado el coche de carreras con detalles en color carmesí, cuyas llantas de aleación personalizadas y curvas aerodinámicas cautivaban las lentes de todos los fotógrafos.
«El estilo por encima de la sustancia», murmuró Jade a regañadientes, deslizándose dentro de su coche. Los recuerdos de su última competición inundaron su mente: cómo había llevado su máquina al límite, sacrificándola en un intento desesperado por alcanzar las luces traseras de Brenna. Al final, su coche quedó destrozado, casi siniestro total, y aún así no había conseguido derrotar a Brenna.
Esa derrota siempre había sido una espina clavada en el costado de Jade.
En cada carrera posterior, había buscado en las listas de participantes ese alias, «Night». Habían pasado años desde la última vez que lo había visto y dudaba que Night volviera a aparecer. Pero hoy, su peor pesadilla había regresado.
La duda la carcomía. Entonces, vio las modificaciones ilegales en la cabina de su coche. Se dio cuenta de que la victoria podría requerir algunas tácticas sucias. Aunque eso significara manchar su propia reputación, estaba decidida a derrotar a Brenna esta vez.
Los oficiales alinearon a los corredores para una salida escalonada, con intervalos de un minuto entre cada vehículo, y la clasificación final se determinaría por los tiempos de vuelta.
Los coches salieron uno por uno. Brenna ocupaba la novena posición de salida. Brenna se dio cuenta de que Jade había conseguido inexplicablemente permiso para salir al mismo tiempo que ella. Gracias a la influencia de la familia Hewitt en el comité organizador, esta flagrante violación de las reglas había pasado desapercibida.
Los dos llamativos vehículos salieron disparados al dar la señal de salida, acelerando como flechas lanzadas por un arco. En cuestión de segundos, desaparecieron de la vista de la pista ovalada, manteniendo velocidades idénticas.
Brenna mantuvo hábilmente su posición, a una distancia de un coche detrás de Jade, conduciendo con una sola mano mientras observaba con indiferencia el paisaje y a su rival a través de la ventana. En marcado contraste, Jade luchaba por mantener el control. Con los nudillos blancos, agarraba el volante con fuerza mientras conducía, y miraba con frecuencia por el retrovisor para ver el coche de Brenna.
El sudor le empapaba las palmas de las manos; el rugido del motor ahogaba todos los demás sonidos mientras se concentraba en la carretera. La sección de grava se alzaba ante ella, famosa por hacer que los pilotos derraparan y volcaran.
Sin embargo, se dio cuenta de que Brenna seguía manteniendo su posición, a un coche de distancia. Habían pasado cinco minutos y Brenna no había acortado la distancia.
Le pareció que las habilidades de Brenna habían disminuido y sintió un fugaz momento de alivio.
La confianza la invadió.
Al acercarse al famoso tramo de grava, su reputación se mantuvo firme. A pesar de haber adelantado a tres competidores, su coche tembló violentamente y la velocidad disminuyó a medida que los neumáticos luchaban por agarrarse al suelo.
Puso toda su fuerza en controlar el volante, luchando por mantener el vehículo estable. Pero una mirada de reojo destrozó su compostura: Brenna la había alcanzado y su coche se deslizaba con facilidad junto al suyo. El pánico se apoderó de ella y Jade pisó el acelerador, sin tener en cuenta el terreno hostil que tenía debajo.
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