La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 492
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Capítulo 492:
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Le dijo a Brenna: «Solo quería avergonzarte, pero estás destruyendo a toda mi familia. ¿No crees que estás yendo demasiado lejos? Esto solo era una pequeña disputa entre nosotras, ¡pero tú la has convertido en una guerra corporativa en toda regla!».
Ernst se mantuvo al margen, con mirada severa. Sylvie, que en su día había llegado a su casa como amiga de Rosie, ahora mostraba su verdadera cara. Estaba empeñada en conspirar contra Brenna sin una pizca de remordimiento.
Las ganas de ayudar a Sylvie se desvanecieron al instante y negó lentamente con la cabeza. La voz de Ethan se volvió fría. «Eres de la familia Higgins. Llevas el peso del nombre de tu familia. Su caída es consecuencia directa de tus actos».
Los ojos de Sylvie se encendieron con una inconfundible sensación de traición. —¿Así que ahora me culpas de todo? ¡No tienes derecho a decirme eso! ¡Antes tratabas bien a Rosie, pero en cuanto apareció Brenna, le diste la espalda! ¡Rosie siempre te ha visto como su futuro marido! ¡Lo que hiciste fue decepcionante!
Se puso de pie de un salto y señaló con un dedo feroz a Brenna. —¿Qué la hace tan especial? ¿En qué es Rosie inferior a ella? ¡Te robó a Rosie y, para hacerlo, la incriminó! ¿Y ahora dejas que esa serpiente se cuele en tu vida? ¡Algún día te clavará sus colmillos venenosos y te arrepentirás! ¡Rosie te amó profundamente durante años! ¡Ella es quien realmente merece tu amor!
—Basta. Eso no es asunto tuyo —dijo Ethan en tono severo—. Rosie siempre fue como una hermana para mí. Tú eres la que lo convirtió en algo que no era.
—¡Mentiroso! —siseó Sylvie con los ojos en llamas—. ¡No eres más que otro hombre infiel que persigue la próxima novedad! ¡No finjas lo contrario!
Sus labios se curvaron en una sonrisa venenosa. —Esas fotos del hotel están por todo Internet. ¿Te gusta que te engañen, Ethan? ¿Ni siquiera te importa? No puedo creer que seas tan tonto.
De repente, Ethan abofeteó a Sylvie con tanta fuerza que le salió una muela.
—Sabes muy bien que la mujer de las fotos no era Brenna —dijo Ethan con una voz peligrosamente tranquila—. Vuelve a decir algo así y hoy será tu último día en la tierra.
Los guardaespaldas no necesitaron ninguna orden. Sus puños y botas se abatieron sobre el cuerpo encogido de Sylvie con una precisión escalofriante.
Los periodistas que se encontraban cerca se estremecían con cada golpe repugnante. De repente, el escándalo exclusivo que Sylvie les había prometido antes ya no valía la pena. Retrocedieron, silenciados por la fría profesionalidad del castigo de élite, sin atreverse a pronunciar una palabra.
Incluso si Sylvie fuera golpeada hasta la muerte hoy, fingirían no haber visto nada. Si así era como los poderosos trataban a una mujer, ¿qué destino les esperaba a los hombres que se atrevían a cruzarse en su camino?
La idea hizo que los periodistas sintieran un escalofrío que les recorrió la espalda y les hizo desear no haber venido nunca y no haber presenciado aquello. La atenta presencia de los guardaespaldas había convertido la salida en un muro; no podían marcharse.
Solo cuando Sylvie dejó de moverse, la paliza terminó, dejando su cuerpo magullado tendido en el frío suelo. Sus labios se movían sin emitir ningún sonido, sus ojos se volvían opacos, vidriosos como si estuvieran cubiertos de escarcha.
Brenna se acercó y la empujó con la punta del zapato. Sylvie logró entreabrir los ojos, pero no tuvo fuerzas para esquivarla.
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