La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 480
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Capítulo 480:
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No era el momento para venganzas mezquinas contra Brenna.
Rosie respondió rápidamente por teléfono: «Esto no va a funcionar. Retírate ahora mismo».
Al salir del baño, Sylvie frunció el ceño al leer el mensaje de Rosie. «Creía que Rosie era la que más despreciaba a Brenna», le dijo a Jordy. «¿Por qué dejar escapar una oportunidad tan buena para montar un escándalo?».
Sylvie estaba confundida por la respuesta de Rosie, así que decidió llamarla.
Después de un rato, decepcionada por la justificación de Rosie, Sylvie colgó frustrada y decidió seguir adelante con el plan por su cuenta.
Atormentada por las vergüenzas que le había hecho pasar Brenna, Sylvie eligió las fotos más comprometedoras y se las reenvió a una amiga.
El viernes por la mañana, Brenna estaba en la Universidad de Shirie, con su coleta balanceándose mientras caminaba por el campus vestida con una camiseta a rayas, vaqueros y zapatillas deportivas, mezclándose perfectamente con los estudiantes.
La Universidad de Shirie, reconocida como una de las instituciones más prestigiosas del país, se extendía por miles de hectáreas adornadas con cuidados paisajes. Árboles imponentes se alineaban…
Serene lakes and scenic flower beds dotted the grounds. Gatos holgazanes tomaban el sol en los senderos y cisnes negros navegaban por las aguas con noble indiferencia.
Decidida a capturar el ambiente universitario, Brenna tomó varias fotos con su teléfono, las organizó cuidadosamente y las subió a sus redes sociales.
Mientras observaba a los estudiantes, recordó sus propios días universitarios, que habían estado dominados por la necesidad de ganarse la matrícula en lugar de disfrutar de momentos tan tranquilos.
Ser invitada a este prestigioso campus le parecía una segunda oportunidad para la vida universitaria que se había perdido.
La llamativa presencia de Brenna atrajo mucha atención, y algunos estudiantes se desviaron de su camino para pasar junto a ella, con los ojos muy abiertos en señal de admiración.
Después de pedir indicaciones a un estudiante amable, Brenna se dirigió al edificio de la administración y se dirigió a la oficina del director.
Frank Lee, el director, era un hombre fornido y llamativo, de unos cuarenta años, que medía más de metro ochenta y no tenía nada del sobrepeso que suele acompañar a la edad. En su oficina, varios profesores jóvenes quedaron impresionados al ver a Brenna, que era guapa y tenía unos logros académicos que eclipsaban los suyos.
—Permítanme presentarles a la hija del profesor Harper —dijo Frank—. Se graduó en el MIT y…
Al mediodía, Brenna salió de la oficina de Frank y se encontró con un campus lleno de estudiantes que se dirigían a almorzar.
Un grupo de chicas la observaba discretamente, comparando su físico con las fotos de sus teléfonos.
En sus pantallas se veía una publicación muy comentada del foro del campus: «¡Petición para que la moralmente dudosa hija de Harper deje de dar clases aquí!».
La publicación, que llevaba solo cinco horas en línea, ya había acumulado decenas de miles de visitas y cientos de comentarios.
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