La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 457
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Capítulo 457:
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Tori entrecerró los ojos. «Deja de intentar engañarnos. Dime si eres rica o no. ¿No eres una diseñadora famosa ahora?».
«Está bien. He ganado algo de dinero a lo largo de los años», admitió Ellie.
El rostro de Tori sufrió una transformación milagrosa, y una sonrisa tan falsa como un billete de tres dólares se extendió por sus labios mientras empujaba a Ellie hacia el sofá. «Esa es mi niña. Ahora nos mantendrás económicamente. No te pedimos mucho. Solo tienes que comprarnos dos casas, una para mí y tu padre, y otra para Hank. Y tienes que darnos algo de dinero».
Leif habló con autoridad. —Escucha, Ellie. Criarte no fue fácil, y tu educación universitaria nos dejó en la ruina. Este es el trato: quédate con veinte mil y danos el resto de tus ahorros. Tu madre y yo administraremos el dinero por ti.
Ellie, con voz fría como el hielo, respondió: —Eso no va a pasar.
—¡No seas tan desagradecida! —chilló Tori, pellizcándole el brazo con fuerza—. ¡Nosotros te hemos criado! ¿Prefieres darle tu dinero a ese bastardo y no a nosotros? Tienes que decirme quién es el padre de ese bastardo.
La irritación de Ellie llegó al límite. La repentina intrusión de su familia la había pillado desprevenida. Conocía bien a sus padres: eran personas vanidosas que solo valoraban a su hijo.
Quería que sus padres y su hermano se marcharan de allí inmediatamente. No quería que volvieran nunca más.
Pero sus ojos codiciosos, como los de los buitres, escudriñaban el apartamento, especialmente los de Hank.
Hacía un inventario mental de cada elemento, cada mueble, con la clara intención de reclamarlos como suyos.
Tori dio un codazo a Ellie en las costillas, con voz llena de rencor. —¿Por qué miras así a Hank? ¿Crees que nos rebajaríamos a quitarnos tus cosas?
Hank, tras completar su recorrido por las habitaciones, exclamó: —¡Tres habitaciones de invitados, cada una de ellas un palacio comparada con nuestro dormitorio principal! Angela ya ha aceptado vivir aquí conmigo después de la boda.
Luego se volvió hacia Ellie, adoptando un tono fingidamente solemne. —Me darás este apartamento, ¿verdad? Considéralo una deuda con mamá y papá.
—Ya te lo he dicho. Este lugar no es mío. No puedo dártelo —replicó Ellie, con una voz tan afilada como un trozo de cristal—. Se lo alquilo a un amigo.
Los rostros de sus familiares se ensombrecieron en un instante.
Hank rugió: «¡Mentirosa! ¡Todo el pueblo te alaba como una diseñadora que gana mucho dinero! ¿Y tú dices que sigues viviendo en un piso alquilado? ¡No te creo!».
Tori también exclamó: «¡Después de todos los sacrificios que hemos hecho por ti, nos das la espalda! ¿Nos pedimos un simple apartamento y nos lo niegas? ¡Has abandonado a la familia durante años y ahora que por fin has vuelto, tienes que compensarnos! ¡Dinos cómo vas a compensarnos!».
Leif, bajando la voz hasta convertirla en un susurro conspirador, le dijo a Tori: «¿Quizás el padre de ese bastardo es el dueño de este lugar?».
Los ojos de Tori brillaron con complicidad. Asintió antes de decirle a Ellie:
«¡Dime quién es el padre de tu hijo!».
Ellie los miró con ira. No quería que su familia supiera la identidad de Jayceon. Si sabían que el padre de Patrick era Jayceon, que pertenecía a una de las cuatro familias más poderosas de Shirie, la obligarían a casarse con él.
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