La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 432
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Capítulo 432:
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En la cubierta, los tripulantes sacaban paquetes oscuros, más de cien paquetes negros y azules, cada uno con un peso superior a los cinco kilos. Soldados uniformados los alineaban metódicamente.
Ethan observó a los oficiales mientras contaban el alijo y se fijó en las miradas que algunos de los superiores dirigían hacia su grupo. Era obvio que estaban pensando qué hacer con ellos.
Para Ethan, la situación era desastrosa. Su relación con tal cantidad de mercancía ilegal le dejaba sin ninguna excusa creíble.
La idea de que Brenna se viera envuelta en todo esto le resultaba intolerable y le llenaba de remordimientos. Se arrepentía de haberla traído esta vez.
Intentó pedir ayuda, buscando su teléfono, pero un cabo se lo arrebató rápidamente.
—Esto es culpa mía —le susurró Ethan a Brenna, inventando una historia en su mente en la que Brenna era inocente y no sabía nada. Decidió asumir toda la culpa.
Al poco tiempo, apareció en el horizonte un crucero militar, acompañado de helicópteros que volaban sobre ellos con sus ametralladoras apuntándoles.
—Estamos perdidos —susurró Jayceon entre dientes.
El rostro de Ernst también se ensombreció—. ¿Con todo ese producto? No hay forma de que crean que no sabíamos nada.
—Y Jade incluso nos mostró algunas muestras de droga antes en la cabina —dijo Jayceon con gravedad—. Las cámaras de seguridad lo revelarán todo. Parece que todos vamos a ir a la cárcel.
Ernst dijo, cada vez más preocupado: «Quizá incluso nos condenen a muerte».
Un soldado se acercó a ellos con una carpeta en la mano. «Sigan a todos para ser interrogados», dijo.
Ernst, Jayceon y Ethan se miraron con inquietud.
Brenna, que iba un poco más atrás, ensayó mentalmente su defensa, sabiendo lo increíble que sonaría. ¿Sería capaz de convencer a los interrogadores?
Mientras caminaban, Ethan se inclinó hacia Brenna y le dijo con voz urgente: «Cíñete a una sola historia: que solo vinisteis por la barbacoa. Nada más».
Brenna asintió en silencio, quitándose hábilmente el auricular oculto y sosteniéndolo en la mano. Sabía que los militares acabarían encontrándolo, así que era mejor entregarlo voluntariamente que arriesgarse a que la acusaran de ocultarlo.
Su decisión resultó acertada.
Tras una noche de interrogatorios agotadores en una base militar de Shirie, Brenna y los demás fueron liberados al mediodía del día siguiente.
Solo entonces Brenna descubrió la verdad que se escondía tras la operación. Los guardias que la protegían habían avisado a las autoridades, sabiendo que no podían permitirse perderla, ya que era un activo crucial para el diseño de aviones de combate.
El ejército, aunque no pudo reunir pruebas concretas del plan de Jade para hacer daño a Brenna, decidió que era más seguro ser cautelosos y dispuso una escolta de seguridad para llevar a Brenna de vuelta a su casa.
Cada persona fue trasladada a su respectivo hogar. Ernst y Sabine, que habían vivido juntos, regresaron al apartamento de Ernst.
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