La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 31
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Capítulo 31:
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Los ojos de Giselle se llenaron de lágrimas mientras tomaba las manos de Brenna entre las suyas. «Nunca debí haber dejado que Rosie fuera a recogerte. Debí haber cancelado mi discurso en el foro de las Naciones Unidas. Nada es más importante que tu regreso a casa», dijo.
Ahora entendía por qué Brenna se había mantenido alejada de ellos, por qué se había negado a llamarlos «mamá» y «papá». Brenna había sido maltratada incluso antes de poner un pie en la casa.
—Rosie, Brenna se merece que le pidas perdón —dijo Shepard con firmeza.
Rosie puso morros. —¡Papá, ya le pedí perdón en el restaurante! Incluso fui al hospital por mi esguince de tobillo. En cuanto llegué a casa, intenté explicárselo, ¡pero no quiso saber nada! Incluso le ofrecí un helado para calmar los ánimos y, en lugar de eso, me lo tiró. ¡Está siendo completamente irrazonable!
Rosie seguía mostrándose engreída. Creía que, como llevaba más de veinte años en la familia Harper, Brenna no podía compararse con ella a los ojos de los Harper.
Desde un lado, Rachael vio la oportunidad de intervenir. —¡Sí! La señorita Brenna Harper está exagerando. La señorita Rosie Harper solo estaba bromeando…
—¡Esto no es asunto tuyo! —la interrumpió Shepard con frialdad—. ¿Has terminado de preparar la cena para Brenna?
Rachael se estremeció ante la reprimenda, y su resentimiento hacia Brenna aumentó. Llevaba años trabajando para la familia Harper y siempre la habían tratado con respeto. Ahora, por culpa de Brenna, la estaban despidiendo como a una sirvienta cualquiera.
—Mamá, papá, abuelo, abuela, no era mi intención —dijo Rosie con dulzura, tirando del brazo de Shepard.
Shepard siempre la había tratado como a su propia hija, asegurándose de que nunca se sintiera huérfana.
Shepard dudó. Quería ser firme, pero le resultaba difícil ser demasiado duro con la niña que había criado, sobre todo ahora que acababa de encontrar a su hija biológica.
Luther, sin embargo, no se inmutó. —Has cruzado la línea —le dijo a Rosie—. Pídele perdón a Brenna ahora mismo.
Rosie miró a los ancianos, buscando apoyo, pero nadie la defendió. Las pruebas en vídeo le habían quitado toda posibilidad de negarlo. Sin otra opción, apretó los dientes y pronunció las palabras.
—Brenna, lo siento. Por favor, perdóname —dijo.
Brenna sonrió levemente, con tono desdeñoso. «Te perdoné hace mucho tiempo. Eres inmadura, no me tomaré en serio tus acciones ni tus duras palabras».
Rosie se clavó las uñas en las palmas de las manos. Había estado esperando el momento perfecto para sacar a relucir los gastos extravagantes de Brenna, pero ahora, ¿cómo podía cambiar de tema sin parecer resentida?
Afortunadamente, los ancianos no se detuvieron en el tema. Pasaron al salón, ansiosos por saber más sobre la vida anterior de Brenna.
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