La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 165
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Capítulo 165:
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En el baño, Isabella se miraba con frialdad en el espejo: los ojos hinchados, los labios magullados y el pelo revuelto afeaban su aspecto.
Una vez más, se ajustó el vestido sin tirantes, que le quedaba peligrosamente holgado, como si pudiera caerse en cualquier momento.
Las lágrimas corrían por su rostro sin control. Creía que hoy había sido humillada.
Toda la élite de Shirie había visto su estado desaliñado, todos y cada uno de ellos.
La vergüenza era tan abrumadora que dudaba de poder volver a enfrentarse a ellos. Sus planes cuidadosamente elaborados se habían desmoronado antes de que pudiera ponerlos en práctica.
La causa de su caída aún la desconcertaba; había estado caminando perfectamente bien hasta que tropezó con el dobladillo de su vestido.
Mientras se cubría el rostro y lloraba, no se percató de las miradas que la observaban desde hacía un rato.
—¿Sabes por qué te caíste antes? —preguntó Denis Wagner, con un brillo travieso en los ojos mientras se tocaba la barbilla y observaba la elegante pero atribulada figura de Isabella, con los labios curvados en una insinuación de deseo.
Sorprendida, Isabella dejó de llorar inmediatamente. En el espejo se reflejaba la expresión algo lasciva de Denis. Era un hombre de unos treinta años, ligeramente más bajo y corpulento que ella, de rasgos sencillos y mirada inquietante.
Aun así, Isabella reprimió su desdén. Ofender a Denis no era algo que ella ni la familia Barrett pudieran permitirse.
La figura baja y robusta de Denis se erigía allí, y aunque Isabella no sentía ningún afecto por él, sospechaba que su presencia allí no era casual.
Obligada por las normas sociales, se secó las lágrimas y respondió: —Simplemente se me ha enganchado el vestido con el pie. ¿Necesita algo, señor Wagner?
Su rostro bañado en lágrimas y su evidente vulnerabilidad intrigaron a Denis. Con una suave risa, se acercó y, con una familiaridad indebida, le acarició el hombro desnudo.
Isabella sintió una oleada de repulsión e instintivamente retrocedió.
Creía que Denis era aún menos atractivo que Jordy.
—Por favor, señor Wagner, no me toque —dijo Isabella, retrocediendo hasta quedar acorralada contra la puerta del baño, atrapada sin escapatoria. Le lanzó una mirada lastimera mientras vigilaba la puerta, rezando en silencio para que entrara alguien a quien pudiera pedir ayuda. Pero no vino nadie.
Denis se sintió satisfecho. Creía que el hecho de que ella lo evitara sin pedir ayuda sugería que solo estaba fingiendo. Quizás incluso esperaba que él la tocara más.
Soltó una risita, fingiendo compasión. —Lo vi yo mismo. Fue Audrey quien tiró de la alfombra. Por eso tropezaste y se te enganchó el vestido, dejando al descubierto más de lo que pretendías… —Atrevidamente, extendió la mano hacia el pecho de Isabella.
Isabella palideció de miedo y gritó: «¡Sr. Wagner, por favor, pare!».
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