La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 157
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Capítulo 157:
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Isabella no podía dejar de mirarlos, con los ojos muy abiertos y asombrada. Cada vestido parecía más valioso que el anterior, probablemente valían millones. En comparación, su ropa parecía sacada de una tienda de descuento. La gran diferencia la hacía sentir pequeña, y una punzada de envidia se apoderó de su corazón mientras permanecía allí de pie.
La atención de Isabella se posó en los tres vestidos, con una expresión llena de anhelo. Solo con poder tomar prestado uno ya sería suficiente para ella. Mientras tanto, Brenna ya había puesto sus ojos en el vestido negro. Al captar la intensa mirada de Isabella, percibió fácilmente el deseo en sus ojos.
Con una sonrisa burlona, Brenna tomó una decisión: por mucho que Isabella quisiera el vestido, no se lo dejaría.
Acercándose, Brenna tocó ligeramente el brazo de Isabella. —Ayúdame a ponérmelo, ¿quieres? —dijo.
Isabella se volvió y esbozó una sonrisa algo forzada. —Es precioso. Debe de ser la primera vez que te pones algo así. Es normal que necesites un poco de ayuda. Yo me encargo —respondió.
Antes de que Isabella pudiera moverse, unos golpes en la puerta interrumpieron el momento. Brenna abrió y se encontró a Rosie y Audrey en la entrada.
Audrey, que iba delante, tenía una cálida sonrisa. —Brenna, la tía Giselle me ha enviado para ayudarte —dijo.
—Justo a tiempo. Estos vestidos son un poco complicados, me vendría bien un poco de ayuda —respondió Brenna, apartándose para dejarlas entrar.
Audrey había elegido un atuendo sencillo para ese día: un vestido beige sin mangas que le llegaba hasta las rodillas. Llevaba el pelo recogido en un moño pulcro, adornado con una delicada tiara con diamantes incrustados que le daba un aire de elegancia discreta.
El atuendo de Rosie, por el contrario, era grandioso. Envuelta en un llamativo vestido rojo, completaba su look con un exagerado lazo en el pelo y un pañuelo que le ocultaba la mitad del rostro.
Detrás de Rosie iba una asistente, que sostenía con cuidado una bandeja con bebidas.
Rosie cogió una copa de vino tinto y se la ofreció a Isabella. —Tome, señorita Barrett, beba algo —le dijo.
Como Rosie estaba siendo amable con ella, Isabella no vio motivo para rechazar la oferta. Echó un vistazo a Brenna, que ya había desaparecido detrás de la cortina con la ayuda de Audrey. Evidentemente, no necesitaba su ayuda.
—¡Gracias! —dijo Isabella alegremente mientras chocaba los vasos con Rosie, aunque aún no había decidido qué más decir.
Rosie habló primero. —Te agradecemos el cuidado que le has brindado a Brenna mientras estuvo con la familia Barrett. En nombre de mis padres, gracias. Si alguna vez necesitas ayuda, no dudes en ponerte en contacto conmigo.
La sonrisa de Isabella se amplió y una sensación de auténtica tranquilidad la invadió. De todos los Harper, Rosie era, con diferencia, la más accesible. Desde que había llegado a la fiesta, era el primer gesto amable que había recibido de cualquier miembro de la familia Harper.
—De acuerdo, lo recordaré. ¡Está usted preciosa hoy, señorita Harper! —elogió Isabella a Rosie, pensando ya en cómo una amistad con ella podría beneficiarla.
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