La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 156
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 156:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Ruby, al darse cuenta de la frustración que hervía en Isabella, intervino rápidamente y le dijo: «¿Por qué no vas con Brenna a cambiarte?». Creía que esa podría ser la oportunidad de Isabella para acercarse a Ethan. Los ojos de Ruby se posaron en Isabella, indicándole en silencio que aprovechara la oportunidad.
Intuyendo la oportunidad, Isabella esbozó una sonrisa forzada y se acercó a Brenna con fingida cordialidad. Le dijo: «Brenna, el Sr. Mitchell solo está tratando de ser amable contigo. ¿Por qué no aceptas el regalo? Yo te acompaño a cambiarte». Sus palabras eran tranquilas, pero la tensión subyacente era palpable. Apenas podía ocultar la frustración que hervía en su interior.
Rosie, que observaba el sutil cambio en el comportamiento de Isabella, no pudo evitar sonreír para sus adentros. Una idea comenzó a tomar forma en su mente: tal vez podría convertir a Isabella en un peón en su juego contra Brenna. Con un brillo calculador en los ojos, Rosie dijo: «Sí, Brenna, el señor Mitchell nunca regala ropa a las mujeres. Eres la primera en recibir un regalo así de él».
La mirada de Rosie se desvió entonces hacia Audrey, que estaba de pie cerca, observando en silencio la escena.
Desde que Ableson había salvado al padre de Ethan, las dos familias estaban unidas por fuertes lazos. Lógicamente, si una hija de los Harper se casara con Ethan, Audrey sería la candidata más probable.
Las palabras de Rosie tenían como objetivo provocar a Audrey. Quería despertar los celos de Audrey, con la esperanza de que se fijara en Brenna.
Audrey, tomada por sorpresa por las palabras de Rosie, recuperó rápidamente la compostura. Nunca se le había pasado por la cabeza casarse con Ethan, no creía en estar atada por acuerdos anticuados. Se dio cuenta enseguida de la estratagema de Rosie.
Su mirada se cruzó con la de Ethan y, por primera vez, Audrey notó cierta dulzura en sus ojos cuando miraba a Brenna, una calidez que parecía más que simple cortesía, algo más profundo, algo personal. El gesto de regalar ropa delante de tanta gente era una clara declaración de su interés.
Audrey sonrió suavemente y dijo: «Brenna, acéptalo. Siempre podrás ponértelo otro día».
Brenna aceptó la bolsa de compras de Ethan con un suave movimiento de cabeza. «Voy a cambiarme», dijo con voz tranquila y educada.
Sin dudarlo, Isabella la siguió. «¡Te ayudo!», dijo.
Ethan se quedó en silencio, mirando a Brenna marcharse, sin hacer ningún movimiento para seguirla. Mientras tanto, la decepción de Rosie crecía. A pesar de ser la candidata perfecta para el afecto de Ethan, Audrey no había mostrado ninguna reacción, ni celos, ni rastro de hostilidad hacia Brenna. ¿Era posible que a Audrey no le gustara Ethan? Pero le costaba creer que hubiera una mujer en el mundo que no estuviera interesada en un hombre como Ethan.
Dentro del vestuario colgaban tres vestidos llamativos, cada uno más impresionante que el anterior. Uno era un vestido de gala negro sin tirantes, cuyo intrincado diseño se veía realzado por…
Una gargantilla de diamantes brillaba intensamente bajo las luces, adornando uno de los vestidos. Otro era un elegante vestido rojo que irradiaba sofisticación con su corte perfectamente entallado. El último era un vestido opulento combinado con un elaborado conjunto de joyas con piedras preciosas.
.
.
.