La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 1516
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Capítulo 1516:
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Sandra parpadeó, intrigada. «¿Un guardaespaldas? No sé… ¿No es un poco exagerado? Brenna siempre tiene uno siguiéndola, pero supongo que es solo porque es guapísima y los acosadores la persiguen. ¿De qué más podría necesitar protegerse?».
Jordy se rió entre dientes y negó con la cabeza. «No lo entiendes. Ella tiene mucho más que ofrecer que solo su belleza».
Dejaron a Andrés en un cruce solitario, a unos quince kilómetros del restaurante.
Durante un largo rato, se quedó desplomado en el suelo, hasta que finalmente se obligó a ponerse en pie.
Su teléfono empezó a vibrar. Lo cogió y espetó: «¿Qué pasa ahora?».
Al otro lado de la línea se oían los sollozos entrecortados de Loretta. «¡Estaba caminando, ocupándome de mis asuntos, cuando la señorita Harper salió de la nada y me golpeó! Me dejó llena de moretones y apenas puedo moverme. El médico dice que tengo que descansar. ¡Andrés, tienes que hacer algo! ¿Cómo puede atacarme así? ¡Eso está fuera de lugar!».
La paciencia de Andrés se agotó y su rencor hacia Sandra se intensificó.
A pesar de su mal humor, recurrió a su encanto habitual. «Cálmate, cariño. Llegaré pronto. Aún no has cenado, ¿verdad? Te traeré algo de comer».
«Me muero de hambre. Eres un amor, Andrés».
Después de consolar a Loretta con unas pocas palabras, Andrés terminó la llamada.
Demasiado desaliñado para mostrarse en público, le pasó la tarea a Decker y le pidió que le llevara la comida a casa de Loretta.
Hacia las diez, Jordy llevó a Sandra de vuelta a la finca de la familia Harper.
Durante el trayecto, Sandra se encontró reevaluando a Brenna. Sus vidas se habían cruzado en varios aspectos, pero Brenna poseía una mente más aguda y mucha más capacidad de la que ella había imaginado.
Brenna tenía vínculos con el ejército, aunque Jordy no podía decir qué cargo ocupaba ni cuán profundas eran sus conexiones. Lo único que reveló fue que varios oficiales uniformados habían asistido a su fiesta de cumpleaños. Sandra sospechaba que incluso él había sido mantenido al margen.
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El arrebato de Sandra había conmocionado tanto a Loretta como a Andrés. Durante los días siguientes, se mantuvieron al margen y no le causaron más problemas.
Sandra empezó a pensar que por fin se había librado de Andrés para siempre.
El viernes por la tarde, terminó de enviar sus últimos bocetos de diseño al jefe de departamento y se dirigió a casa.
Había pasado más de una hora desde el horario habitual de trabajo y sus compañeros ya se habían marchado. El estacionamiento estaba casi vacío, solo quedaban unos pocos coches.
Como siempre, se dirigió hacia su vehículo, pero una punzada de inquietud la hizo acelerar el paso.
Cuando su mano tocó la manija de la puerta, todas las luces que había sobre ella se apagaron.
Un frío escalofrío le recorrió el pecho; sabía que estaba en peligro.
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