La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 1445
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Capítulo 1445:
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En un ataque de frustración, Sandra guardó los artículos caros y se derrumbó sobre su cama. Las lágrimas empaparon su almohada mientras lloraba hasta quedar exhausta y caer en un sueño sin sueños.
A la mañana siguiente, se miró en el espejo y vio a una desconocida con los ojos hinchados y enrojecidos. Parecía una sombra de sí misma, agotada y destrozada. Se maquilló mucho, con la esperanza de ocultar las pruebas de su tristeza, pero cuando se unió a la familia Harper para desayunar, aún así se dieron cuenta.
Sentada junto a Brenna, con Shepard y Giselle al otro lado de la mesa, Sandra mantuvo la mirada fija en su plato. Dalton estaba echando una siesta, ya que ese día no tenía que ir a trabajar. Con la cabeza gacha, Sandra comió en silencio.
La mirada aguda de Shepard se posó en ella, con preocupación en sus rasgos. «¿Has estado llorando?», le preguntó con delicadeza, con una voz cálida que Sandra no esperaba.
Era la primera vez que su padre biológico le mostraba tal cariño, y eso despertó algo muy profundo en ella. Creyendo que era un comienzo prometedor, Sandra decidió no contarle a Shepard la situación de Keira, por miedo a que eso arruinara ese momento.
«Solo tengo algo en el ojo», mintió, con la voz apenas firme.
Pero sus lágrimas la traicionaron, derramándose justo cuando el nombre de Keira apareció en su teléfono. El corazón de Sandra se hundió. Silenció la llamada y bloqueó el número.
Shepard, sabio y perspicaz, se dio cuenta de la endeble excusa de Sandra. «Vamos, Sandra. ¿Qué te preocupa?», le preguntó, con tono suave pero insistente.
Las emociones de Sandra la abrumaron y su compostura se derrumbó mientras nuevas lágrimas caían. Giselle, sin embargo, se enfureció con impaciencia. Apenas había pasado una semana y Sandra ya se había metido en problemas. ¿Estaba tratando de explotar la riqueza y la influencia de la familia Harper tan pronto?
Para Giselle, Sandra era tan astuta como un zorro, con una naturaleza calculadora que se reflejaba en cada uno de sus movimientos. Giselle miró fríamente a Shepard, sin querer que se entrometiera en asuntos triviales. Creía que dejar que Sandra viviera allí ya era suficiente. Esta niña, nacida fuera del matrimonio, no tenía derecho a esperar más favores del legendario legado de la familia Harper.
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Brenna simplemente saboreó su comida en silencio.
Después de un rato, la tormenta de emociones de Sandra se calmó y recuperó la voz. «Papá, mi madre ha vuelto a caer en la trampa del juego. Ha malgastado los once millones que le diste y sigue tirando los dados. Le rogué que utilizara esa fortuna para labrarse una vida cómoda, ya que once millones podrían mantenerla toda la vida. Pero ignoró mis palabras y se fugó al extranjero para jugar. Estoy desesperada, no puedo detenerla…».
Shepard soltó un bufido burlón. «La gente no cambia. ¿Quieres ayudarla?».
Las palabras de Shepard hicieron que a Sandra se le encogiera el corazón. ¿Shepard estaba lavándose las manos? ¿Debía seguir haciéndose la víctima y suplicarle a Shepard que ayudara a su madre? Dividida entre la frustración y el deber, Sandra hervía de rabia ante la fría indiferencia de la familia Harper. ¿Cómo podían mostrarse tan fríos cuando su madre les había dado una hija?
Sandra miró a Giselle, que la fulminaba con la mirada llena de desprecio. Luego dirigió la vista a Brenna, que estaba sentada en silencio a la mesa, comiendo como si nada pasara.
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