La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 1441
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Capítulo 1441:
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El gran banquete de bienvenida con el que había estado soñando despierta, el que la introduciría en el mundo de la alta sociedad, había desaparecido de la conversación como una promesa olvidada. Ahora estaba segura: la familia Harper no tenía intención alguna de presentarla en la alta sociedad ni de ayudarla a encontrar un lugar entre su círculo de élite.
Acomodada en el lujoso sofá, Sandra se rindió al peso de sus pensamientos, mientras las lágrimas trazaban silenciosos surcos en sus mejillas.
Al dar las diez, se oyó un fuerte golpe en la puerta. Recién salida de la ducha, Sandra la abrió y se encontró con Cecily Swain, una sirvienta de unos treinta años, de pie con un uniforme impecable y el pelo recogido en un moño. Sus ojos brillaban con una sutil mezcla de desprecio y altivez, y sostenía un vaso de leche caliente en la mano.
—Señorita, su leche antes de acostarse —dijo Cecily con voz seca.
La mente de Sandra se llenó de preguntas que ansiaba formular. La actitud altiva de Cecily le hacía sentir como si sus papeles se hubieran invertido, como si la sirvienta fuera la verdadera miembro de la familia Harper y Sandra la humilde forastera.
—Pasa —dijo Sandra en voz baja, apartándose.
Cecily colocó con delicadeza la leche sobre la pulida mesa de centro, con movimientos elegantes, mientras se preparaba para marcharse después.
—Espera un momento, Cecily… —La voz de Sandra, cálida pero teñida de familiaridad, la detuvo. Sabía el nombre de Cecily; le llevaba la leche a su habitación todas las noches.
La voz de Sandra vaciló. En otro tiempo, había sido la brillante protegida de un célebre diseñador de moda, cuyas creaciones eran alabadas sin necesidad de buscar la aprobación de nadie. Sin embargo, ahora se encontraba tratando de halagar a una sirvienta, un cambio humillante que le llenaba el corazón de amargura.
Del tesoro que guardaba en el tocador, Sandra sacó una elegante caja de mascarillas faciales y se la ofreció a Cecily. «Toma esto, por favor. Tengo más de las que podría usar antes de que caduquen».
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El armario estaba repleto de mascarillas faciales cuidadosamente apiladas. Rosie había convertido en un ritual usarlas todos los días, gastándolas rápidamente, por lo que había guardado una generosa provisión.
No eran mascarillas normales: cada una valía una pequeña fortuna, con una sola mascarilla costando cientos de dólares y una caja de cinco llegando a los miles. Sandra eligió la caja menos cara para compartir.
El rostro de Cecily se iluminó con una sonrisa radiante al aceptar el regalo, y su actitud se suavizó. «Señorita, no dude en preguntarme lo que quiera».
«¿Cuánta riqueza posee realmente Brenna?», preguntó Sandra con curiosidad.
Cecily negó suavemente con la cabeza. —No sé la cifra exacta, pero sus padres le dan una asignación regular y sus hermanos también le dan generosas sumas. Tiene acciones tanto en el Grupo Mitchell como en el Grupo Harper, y se rumorea que gana una buena suma con sus propios negocios. Apostaría a que su fortuna personal asciende a miles de millones.
Sandra abrió mucho los ojos, invadida por una cascada de sorpresa. Había sospechado de la riqueza de Brenna y de su participación en el Grupo Harper, pero ¿acciones en el Grupo Mitchell? Esa era una revelación que no había previsto.
«¿Las acciones del Grupo Mitchell fueron un regalo del Sr. Mitchell?», insistió Sandra, con voz teñida de intriga.
Cecily volvió a negar con la cabeza, insegura. «No conozco los detalles, pero he oído que esas acciones fueron un regalo del Sr. Harper».
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