La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 1375
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Capítulo 1375:
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El apartamento también era espacioso, con una decoración exquisita.
Tan pronto como Brenna entró, el sonido de los llantos de un recién nacido llenó el aire.
«¿Dónde está el bebé?», preguntó Brenna desde la sala de estar, lo suficientemente educada como para esperar a que la invitaran a entrar en el dormitorio.
Juntos, ella y Ethan colocaron la pila de regalos que habían traído en el suelo del salón, quedándose solo con la bolsa que ella llevaba.
Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de Kenny. «El bebé está en el dormitorio. Ven conmigo y te lo mostraré».
Rosanna, que había estado escuchando desde el dormitorio, se animó al oír la voz de Brenna. Le preocupaba que Elsa pudiera aparecer sin haber sido invitada, por lo que la llegada de Brenna fue un alivio.
«¡Aquí dentro!», gritó con tono cálido y acogedor.
Volviéndose hacia Ethan, Brenna sonrió. «Voy a conocer a la estrella del día», dijo, y se dirigió hacia el dormitorio.
Como era un hombre, Ethan decidió que no era correcto entrar en el dormitorio de Rosanna.
Aun así, le costaba ocultar su emoción por conocer al bebé de Kenny. —Kenny, trae a tu hijo aquí para que por fin pueda verlo —dijo.
El regalo que había preparado era para el bebé, y esperaba dárselo al pequeño con sus propias manos.
«Le pediré a la niñera que traiga al bebé», respondió Kenny, poniéndose en marcha.
Al entrar en el dormitorio, Brenna posó la mirada en un bebé regordete acunado en una cuna, al que la niñera estaba alimentando.
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«¡Qué bebé tan precioso!», dijo Brenna, completamente encantada.
Un segundo después, preguntó: «¿Esta pequeña belleza es un niño o una niña?». Se sintió un poco tonta por no saber distinguir si el bebé era niño o niña.
«Es una niña», respondió Rosanna con una sonrisa de orgullo en el rostro.
Brenna sacó un grueso sobre de su bolso y lo dejó con cuidado en el borde de la cuna. «Esto es un regalo para ti, cariño», dijo, guiñándole un ojo a la pequeña.
Rosanna se dio cuenta de que dentro del sobre había un grueso fajo de billetes. Con solo echar un vistazo, supo que debía de ser más de cien mil dólares.
«Brenna, esto es demasiado», dijo Rosanna, un poco abrumada por tanta generosidad.
Brenna se encogió de hombros y respondió: «Es solo un pequeño detalle para ella. Ni se te ocurra rechazarlo».
A continuación, Brenna sacó y abrió dos cajitas, dejando ver un destello dorado en su interior. Colocó con delicadeza el brazalete y el collar junto a la cuna, y su mirada se suavizó con afecto.
Rosanna le dio una palmadita al lugar junto a ella, con voz suave. «Gracias, de verdad. Ven, siéntate aquí. Hace mucho que no charlamos de verdad».
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