La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 1332
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Capítulo 1332:
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Su piso en el edificio Plieca incluía una sala de estar espaciosa pero anticuada, que no se había renovado en años, con instalaciones obsoletas.
Aunque el lugar contaba con dos salones —uno grande para los invitados y otro más pequeño para los momentos privados— y con numerosos sirvientes, Rosie no conseguía que le gustara. El palacio no le hacía sentir como en casa. La presencia constante de los sirvientes le parecía más una vigilancia que un servicio, ya que escrutaban cada uno de sus movimientos.
Para colmo, el nuevo amor de Maxley, Bonita, parecía empeorar las cosas. Los inconfundibles sonidos de intimidad entre Maxley y Bonita, que no se cortaba a la hora de expresarse, ponían a Rosie de los nervios.
«¡Qué descarados!».
Esa mañana, al enterarse del regreso de Rosie, Maxley visitó su habitación. Recostado en el sofá frente a ella, le dijo: «Bonita es amable y te tiene en alta estima».
Bonita estaba cerca, con su belleza suave y elegante. Tenía casi la misma edad que Rosie y irradiaba un encanto delicado.
Sin embargo, la principal preocupación de Rosie era el padre de Bonita, un prominente magnate de Plieca cuya influencia política era innegable.
Era evidente que la presencia de Bonita le daba a Maxley una ventaja significativa.
Rosie miró a Bonita con desdén.
«Te casaste con ella sin mi aprobación, Maxley. Eso fue inapropiado», dijo Rosie con dureza, con la frustración reflejada en su rostro.
Maxley estaba recostado en el sofá, con una pierna cruzada sobre la otra y el brazo apoyado casualmente sobre el reposabrazos, irradiando confianza. Estaba muy lejos del príncipe ignorado que había sido cuando Rosie lo conoció.
En aquel entonces, tenía pocos aliados.
Ahora, gracias a los incansables esfuerzos de Rosie, contaba con un gran número de seguidores, y su actitud hacia ella había cambiado notablemente.
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«Rosie, el padre de Bonita me apoya mucho. Me casé con ella para consolidar mi estatus», respondió Maxley con frialdad.
Bonita no se inmutó por su papel como activo estratégico; el orgullo de su familia se vio aumentado por su matrimonio real.
Ella dijo: «Mi padre está totalmente comprometido con la lucha de Maxley por el trono. Rosie, te tengo en muy alta estima».
La mirada de Rosie se endureció, con la ira bullendo bajo la superficie.
Encontraba repulsiva la actitud de Bonita.
Bonita insistió, sin inmutarse. «Debemos unirnos para fortalecer la campaña de Maxley por la corona. Hoy nos dirigiremos al Parlamento para influir en los miembros y asegurar sus votos para el futuro. Rosie, vamos juntas».
«¡No voy a ir!», espetó Rosie, sin poder contener las palabras.
Aunque se planteara ir, no lo haría con otra mujer a su lado.
No tenía intención de compartir el afecto de su pareja con nadie más. Lo único que quería ahora era escapar de esa situación asfixiante.
Durante varios días seguidos, Rosie se pasó el tiempo navegando por los foros de Plieca, donde las fotos de Maxley y Bonita asistiendo juntos a eventos inundaban su pantalla. En estas reuniones, Maxley hablaba con ardiente convicción, ganándose el favor del público. Mientras tanto, otros dos aspirantes al trono, Baxter Gibran y Bradley Gibran, también se lanzaron con audacia al centro de atención, reuniendo a sus propios seguidores y convirtiendo la batalla por la sucesión en una tormenta.
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