La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 130
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Capítulo 130:
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Rosie se vio tomada por sorpresa. En lugar de la defensa frenética que esperaba, Brenna se mantuvo serena, lo cual no era lo que había previsto.
Brenna dijo: «A menos que puedas demostrar tus acusaciones de plagio o copia, me voy. Tengo que colgar un par de cuadros al óleo que he comprado recientemente en mi habitación».
Rosie estaba visiblemente nerviosa. Que Brenna le pidiera pruebas no formaba parte de su plan; se suponía que Brenna debía demostrar con vehemencia que era ella quien había creado esos diseños.
¿Cómo había llegado la situación a este punto?
Débilmente, Rosie se volvió hacia Ernst y le dijo: «Mírala, Ernst. Es tan arrogante, pidiéndome pruebas. ¿No es evidente? Es tan joven, ¿cómo podría tener unos conocimientos de diseño tan avanzados? No necesito pruebas para demostrarlo».
Ernst se sintió abrumado por la habitual actitud conflictiva de Rosie y le dolía la cabeza. Sin embargo, sus críticas no iban dirigidas a Rosie, sino a la arrogancia de Brenna. Dijo: «Brenna, ¿por qué te pones tan agresiva? Si Rosie te pide pruebas, dáselas. Eso demostraría tu talento y zanjaría el asunto, ¿no?».
Dalton perdió los estribos y alzó la voz. —Ernst, ¡esto no es justo! Brenna no debería tener que demostrarlo. Creo que le estás poniendo las cosas difíciles a propósito. La carga de la prueba debe recaer en el acusador. De lo contrario, tendrá que pasar su tiempo demostrando su valía cada vez que alguien la cuestione.
Dirigió su mirada penetrante hacia Rosie. —Estás lanzando acusaciones infundadas. Si tienes alguna prueba, preséntala. De lo contrario, cessa tus ataques maliciosos. Si esto continúa, ¡dejaré que Brenna te demande!».
Brenna se sintió conmovida por la ferviente defensa de Dalton. Al menos aún quedaban algunas personas en esta familia que la apoyaban.
Observó a Rosie, que parecía completamente desconcertada, luchando por articular una respuesta. Rosie abrió y cerró la boca repetidamente, pero las palabras no le salían.
Dalton tomó a Brenna por la muñeca y la alejó con confianza, murmurándole palabras de consuelo: «A ver si ahora se atreven a manchar tu nombre. ¿Creen que pueden pisotear a mi hermana sin consecuencias? ¡Siempre te defenderé!».
Sabiendo que Rosie podía oírla, Brenna dijo deliberadamente: «A partir de ahora, Dalton, si tengo algún problema, acudiré a ti en busca de ayuda».
Rosie, que no estaba dispuesta a ceder, se quejó a Ernst: «Ernst, ¿no vas a intervenir? ¿Por qué Dalton confía tanto en ella? ¿He hecho algo mal? ¿Cómo puede alguien tan joven tener unas habilidades de diseño tan refinadas? ¡Es simplemente imposible!».
La irritación se apoderó de Ernst. Dalton, que siempre le había dado la razón, ahora parecía distante por culpa de Brenna.
Ernst miró a Rosie con desaprobación, dándose cuenta de que estaba causando problemas a propósito. No podía entender su persistente hostilidad hacia Brenna.
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