La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 1236
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1236:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
Frunció el ceño con preocupación cuando miró a Gracie. «Estás muy pálida. ¿Estás bien?».
Gracie esbozó una sonrisa forzada. «No es nada. Solo me he mareado un poco, eso es todo».
«Ven a sentarte conmigo», dijo Elsa, dando una palmadita al cojín que tenía a su lado.
La preocupación atenazaba a Gracie. La amenaza en su bolso la había puesto nerviosa y se preguntaba si las cosas podrían empeorar. Quizás era hora de hacer lo que había hecho Brenna y contratar a un par de guardaespaldas para protegerse.
—¿Sigues pensando en ayudar a Belén? —preguntó Gracie con indiferencia.
Elsa asintió, con los ojos cansados. —Sí, mi hermano y yo nos turnamos para cuidarla cada semana. Esta semana se encarga él, y la próxima lo haré yo.
Esa respuesta dejó a Gracie silenciosamente decepcionada. Eso significaba que ya no tendría una excusa para quedarse en casa de Ethan.
Unos momentos después, Ethan entró por la puerta, lo cual fue una sorpresa, ya que normalmente tenía planes para la noche.
Al entrar, seguía hablando por teléfono. —No te contengas. No quiero que tengan otra oportunidad de hacer daño a Brenna. Haz exactamente lo que te he dicho.
Ethan terminó la llamada e inmediatamente se dio cuenta de que Elsa tenía el rostro nublado por el disgusto.
Elsa le lanzó una mirada severa de reojo. —¿Y ahora qué?
Ethan respondió con tranquila indiferencia. «Te agradecería que no te entrometieras en mis asuntos».
Elsa estalló de ira. «¿Qué actitud es esa? Dime otra vez, ¿qué pasó exactamente con Brenna?».
Pero Ethan no confiaba en ella. Si le contaba todo, ella solo lo convertiría en chisme.
Sigue leyendo en ɴσνє𝓁α𝓼4ƒα𝓷.ç◦𝓂 con contenido nuevo
«Solo he venido a ver cómo estabas. Como pareces estar bien, me voy», dijo él.
Aún enfurecida, Elsa lo agarró del brazo. «¿Adónde crees que vas? Es casi la hora de cenar. Quédate, come con nosotros y pasa la noche aquí».
«¿Han dado el alta a Belén sin problemas?», preguntó Ethan, que nunca había tenido intención de quedarse. Solo había ido para preguntarle a Elsa cómo pensaba cuidar de Belén. Aunque Belén había salido del hospital, sus huesos rotos tardarían al menos tres meses en curarse. Alguien tenía que cuidar de ella.
«Todo ha ido bien. Mi hermano y yo nos turnamos para cuidarla», respondió Elsa.
Ethan asintió brevemente y se dio la vuelta para marcharse sin decir nada más.
Elsa gritó enfadada: «¡Detente ahí mismo! Esta es tu casa, Ethan. ¿Adónde crees que vas? No me digas que piensas volver a comer en casa de Brenna. ¡No vas a ir!».
Sin esperar su respuesta, lo arrastró hacia el comedor. «Sinceramente, no puedo entender por qué Brenna ocupa un lugar tan especial en tu corazón», murmuró Elsa con amargura.
Ethan respondió sin rodeos: «Deberías dejar de entrometerte en mis asuntos. En lugar de eso, céntrate en Kenny. ¿Cómo están sus lesiones? ¿Ha vuelto ya al trabajo? Han pasado más de dos semanas desde el accidente. ¿Te ha perdonado ya?».
Elsa se sintió frustrada por sus palabras. Sus ojos se posaron en la mesa llena de comida; de repente, perdió el apetito.
«No lo menciones. Lo crié desde que era un niño y, sin embargo, él eligió vivir con tu padre. No responde a mis llamadas. Ni siquiera me dice dónde está», dijo ella.
«¿Sabes por qué Kenny no te dice dónde está?», preguntó Ethan con calma mientras cogía los cubiertos.
.
.
.