La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 1184
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1184:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
Este tipo de habitaciones solían estar diseñadas para ofrecer total privacidad. Sin espejos con lentes ocultas, sin cámaras. Brenna lo comprobó rápidamente y confirmó que era tan seguro como esperaba.
Se quitó el vestido arruinado, se puso el vestido negro, sacó su neceser de cosméticos y se retocó el maquillaje.
Después, recogió sus cosas y se dirigió hacia la puerta, lista para salir, cuando esta se abrió de golpe y alguien entró tambaleándose.
Sorprendida, Brenna dio un paso atrás y se estabilizó antes de reconocer al intruso.
Era Waldo, claramente borracho. Sus ojos la recorrieron descaradamente. «Eres realmente despampanante, ¿verdad?».
«¡Pervertido!». Brenna le dio un puñetazo en la mandíbula, haciendo que Waldo cayera al suelo.
Luego pasó por encima de él y salió, solo para encontrar a Gracie esperando justo fuera de la puerta.
Esto explicaba por qué Gracie le había echado vino encima: había planeado que Waldo la acosara desde el principio.
Gracie no esperaba que las cosas salieran así. Waldo, a pesar de su tamaño y fuerza, había sido derribado por Brenna en cuestión de segundos.
Instintivamente, retrocedió con el rostro tenso. «No te acerques más», le dijo a Brenna.
«Tú lo has planeado, ¿verdad? ¿Cómo si no iba a acabar Waldo en el vestuario de mujeres?». Brenna cruzó los brazos y le respondió con tono severo.
Gracie vaciló, sin saber qué decir por un momento. Brenna no gritaba ni lanzaba objetos con ira, pero había algo peligroso en la forma en que se mantenía allí de pie. Después de un rato, Gracie dijo: «¿Qué piensas hacer?».
Brenna la miró de arriba abajo, con una expresión indescifrable. «Waldo estaba obsesionado contigo, lo recuerdo. Esa tarde, en el club de tenis, no podía dejar de mirarte. ¿Qué tal si hago realidad su deseo?».
Continúa tu historia en ɴσνєℓα𝓼4ƒ𝒶𝓷.c○𝓂 con sorpresas diarias
Gracie abrió los ojos con horror. «¡No! Ni hablar. Estás loca. ¡Aléjate de mí!».
Cuando Brenna salió del vestuario, encontró a Ernst esperando en la entrada, con el rostro marcado por la preocupación.
«¿Qué ha pasado ahí dentro? Me ha parecido oír a alguien gritar y suplicar», dijo.
Luego miró dentro y se quedó paralizado, atónito ante lo que vio. Allí había una joven, con la ropa hecha jirones, buscando frenéticamente algo con lo que cubrirse.
Pero las prendas de los percheros estaban todas destrozadas, hechas jirones por Brenna. Un hombre salió de la misma habitación, con la ropa también destrozada y los restos esparcidos por el suelo.
Ernst frunció el ceño y cerró rápidamente la puerta.
Volviéndose hacia Brenna con incredulidad, le preguntó: «¿Has sido tú?».
Brenna asintió con calma, como si el caos que se había desatado en el interior no tuviera importancia. «Sí, vámonos».
El rostro de Ernst se ensombreció. Sabía que su hermana era amable y gentil; ella no habría hecho algo así sin motivo. Sospechaba que las dos personas que estaban dentro habían hecho algo escandaloso para provocarla. Sacó su teléfono y llamó a sus dos guardaespaldas para que montaran guardia en la puerta del camerino.
Cuando Brenna entró en el salón principal, vio a Ellie y Lilith charlando con Rosie.
.
.
.