La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 1109
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Capítulo 1109:
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La mirada penetrante de Brenna lo clavó en el sitio. «¿Me estás pidiendo dinero?».
Conocía muy bien el carácter de Alec; no era un hijo obediente.
«Me aseguraré de que cada centavo se destine al cuidado de tu abuela. La cuidaremos, te lo prometo», balbuceó Alec, intimidado por la mirada de Brenna.
«¿Cuánto me pides?». Los labios de Brenna se curvaron en una leve sonrisa inquisitiva, poniendo a prueba si el reciente buen comportamiento de Alec era sincero.
Su mirada penetrante lo hizo sentirse incómodo.
Alec, siguiendo el plan que había ideado con Lila, levantó tres dedos.
—¿Trescientos mil? —preguntó Brenna.
—No, no, eso no es suficiente. Tu abuela necesita suplementos caros. Estamos hablando de al menos tres millones. Eres ricachón. Eso es calderilla para ti —dijo Lila.
—No creo que tenga que darles dinero —dijo Brenna—. Yo me encargaré de todos los pagos. Ustedes solo concéntrense en cuidarla.
—¡No! No tienen por qué hacer esto. Denos el dinero y nosotros nos encargaremos de todo —dijo Alec, sintiendo que su plan se desmoronaba. La fortuna de Brenna era inmensa y estaba desesperado por conseguir una parte.
Brenna le devolvió la mirada con frialdad, haciendo que Alec se sintiera expuesto. No pudo mantener el contacto visual.
—Hablaré con el médico para saber si Joann necesita cirugía y cuánto costará —dijo Brenna, con un tono desprovisto de calidez.
La inquietud de Alec aumentó y, presa del pánico, la agarró del brazo. —No hace falta molestar al médico. Pregúntame a mí.
Joann, alarmada, tiró de la manga de Brenna. —¿Cirugía? No necesito nada de eso. ¡Mi cuerpo está demasiado viejo para eso!
La mirada de Brenna se volvió fría mientras fijaba los ojos en Alec. —¿Así que te inventaste toda esa historia de que necesitabas el dinero para la cirugía? No puedo creer que hayas caído tan bajo.
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—Espera, Brenna, por favor, escúchame. Mi plan era que mi madre se operara para que pudiera mejorar por fin. No paraba de decirme que era demasiado mayor y que tenía miedo de no sobrevivir a la operación. Yo quería lo mejor para ella. Tomar solo medicación no es una solución a largo plazo. Nunca quise estafarte. De verdad esperaba que mi madre pudiera operarse». Alec se volvió hacia Joann, con desesperación en los ojos. «Mamá, ¿puedes dejar de decir cosas que no son ciertas? El médico te dijo que las arterias de tu corazón están peligrosamente estrechas. Necesitas ese bypass o no te queda mucho tiempo. ¿Por qué no se lo dijiste a Brenna?».
Joann estaba muy nerviosa. Había oído a Alec y a su nuera susurrando sobre su plan para utilizarla como peón para conseguir dinero de Brenna. No permitiría que su plan tuviera éxito.
—Déjame en paz. Me niego a someterme a la operación y no tomaré ninguna medicina —dijo Joann con voz temblorosa, como si fuera a echarse a llorar en cualquier momento.
Con voz suave, Brenna la tranquilizó: «No te preocupes. No dejaré que me engañen. Ya no soy la persona fácil de manipular que era. Nadie va a aprovecharse de mí ahora».
Su firme confianza hizo que a Joann se le llenaran los ojos de lágrimas. «Brenna, escúchame. Deberías irte. Ambos son egoístas y solo les importa lo que pueden obtener. Si te quedas, nunca acabarás bien. He vivido más de ochenta años. Ya es suficiente para mí. No quiero ser una carga para ti».
La voz de Joann se suavizó mientras continuaba: «Siempre has sido muy amable. Sé perfectamente lo mucho que has sufrido todos estos años. Ahora que por fin tienes una buena vida, no dejes que te la arruinen».
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