La heredera fantasma: renacer en la sombra - Capítulo 1107
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Capítulo 1107:
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Pero, ¿por qué Brenna la trataba así? ¿No le preocupaba que pudiera acabar maltratando a Joann en el futuro?
—Después de hoy, señorita Harper, no volverá a visitarnos y Joann seguirá aquí conmigo. Quizá debería pensar en mostrarme un poco de cortesía y darme algo de dinero por cuidar de Joann a partir de ahora. ¿Cómo se atreve a hablarme así? —dijo Lila.
Una mueca de disgusto torció sus rasgos, pero los pensamientos de Brenna se desviaron hacia aquel horrible momento en el que Lila había gritado a Joann. Sin previo aviso, levantó la mano y abofeteó a Lila en la mejilla.
La bofetada resonó en la silenciosa habitación. Lila perdió el equilibrio y cayó directamente sobre el desorden del suelo. En un instante, las manchas arruinaron la suave tela de su vestido.
Enfurecida, Lila se levantó rápidamente, con la voz alta y temblorosa. —¿Qué derecho tienes a pegarme? Lo has hecho a propósito, ¿verdad? ¡Que tengas dinero no te da derecho a hacer lo que te dé la gana!
La sopa goteaba de su falda mientras se levantaba, con la furia reflejada en el rostro. Cerró el puño, dispuesta a devolverle el golpe a Brenna.
Pero cuando levantó la mano, sintió que alguien la agarraba del pelo y tiraba de ella con fuerza.
Volvió a caer al suelo y miró hacia atrás para ver a un hombre con traje negro, inexpresivo. «¿Quién eres tú? ¿Cómo te atreves a hacerme eso?».
Brenna, cruzando los brazos sobre el pecho, respondió con tono tranquilo: «Es mi guardaespaldas».
Lila se quedó allí, atónita y en silencio. Se dio cuenta de que había juzgado mal la situación. Brenna no era alguien con quien se pudiera meter.
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La riqueza y las conexiones rodeaban a Brenna como una armadura. Con apenas un gesto, podía poner a Lila en su lugar.
Lila se volvió hacia Alec en busca de apoyo, pero él miró hacia otro lado, como si no hubiera visto lo que acababa de pasar.
Lila, que estaba perdiendo la paciencia, le lanzó una mirada furiosa a Alec. —¿Te vas a quedar ahí parado o vas a ayudarme a levantarme?
Alec se movió con renuencia y la ayudó a levantarse como si cada movimiento le costara un gran esfuerzo.
—Deberías cuidar tu actitud hacia Brenna —dijo Alec, bajando la voz—. No fue fácil convencer a Brenna de que viniera aquí. ¿Lo has olvidado? Ella pagó la chaqueta de invierno de nuestro hijo. Todavía no le he devuelto el dinero. Además, no podemos permitirnos ofenderla.
Sus ojos se posaron en la marca roja que se extendía por la mejilla de Lila, que parecía dolorosa. Pero no dijo nada para consolarla.
Lila entendió perfectamente lo que Alec quería decir. Lanzó una mirada amenazante a Joann, que estaba tumbada en la cama, y ya estaba planeando que, en cuanto Brenna se marchara, descargaría toda su ira sobre ella.
—Pídele perdón a Joann ahora mismo —exigió Brenna con voz clara, sin dejar lugar a réplica.
—¿Por qué tengo que pedir perdón? ¡Ha sido culpa suya! Compré cangrejos para mi hijo y, mientras estaba en el baño, ella los tiró al suelo. Mi hijo me dijo que acababa de pelar uno cuando ella se atrevió a pedírselo. ¿A su edad todavía le quita la comida a mi hijo? ¡Qué desvergonzada!
En ese momento, un fuerte ruido rompió el silencio.
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